Después del luto y del impacto generalizado por la muerte de Néstor Kirchner, la presidenta Cristina Fernández parece estar gobernando a fuerza de golpes de efecto. Las evidencias sobran, pero en los últimos días se hicieron más notables. Aunque se trata de episodios muy distintos, el uso mediático del conflicto con el avión militar de Estados Unidos y los cuatro minutos del video de homenaje al ex presidente durante el Fútbol para Todos parecen dos movidas efectistas y de alto impacto en la opinión pública, más que políticas de Estado destinadas a perdurar.
Nadie puede discutir el derecho del gobierno nacional a revisar y comparar el inventario del contenido de ese avión e incluso de exigir la apertura de una valija cuyo contenido puede resultar, a priori , peligroso o sospechoso. Es obvio que Estados Unidos haría lo mismo con un avión militar argentino. Es probable también que, por su paranoica política contra el terrorismo internacional, los encargados de la seguridad del aeropuerto tratarían a los visitantes de una forma poco cortés y hasta prepotente. Incluso es factible que la decisión del canciller Héctor Timerman pueda caer muy simpática no sólo al núcleo duro que apoya al kirchnerismo sino también a los argentinos de clase media y media alta que alguna vez fueron maltratados y hasta humillados en los distintos aeropuertos de Estados Unidos. Sin embargo, parece excesivo y hasta irresponsable confundir una infracción aduanera con un asunto que pondría en juego "la soberanía nacional".
¿Por qué las usinas oficiales instalaron el incidente con tanta energía? Sea porque la Presidenta y el canciller se sientan destratados por el presidente norteamericano, Barack Obama, sea porque el Gobierno desea interrumpir los convenios de entrenamiento con el Pentágono, o porque de pronto la Policía de Seguridad Aeroportuaria y la Aduana se transformaron en celosos custodios del territorio argentino, el efecto real y práctico de la decisión oficial fue sacar de la tapa de los diarios los tres temas que más preocupan e indignan a los argentinos: la inseguridad, el aumento del costo de vida y la corrupción gubernamental.
¿Tenía el mismo propósito, el de instalar un tema "a favor del gobierno" en la agenda, la espectacular detención del secretario general de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), Gerónimo "Momo" Venegas? Con la foto del sindicalista esposado, ¿pretendían matar varios pájaros de un tiro pero el disparo les salió por la culata, como sostiene el ex presidente Eduardo Duhalde a cualquiera que pretenda escucharlo?
Néstor Kirchner siempre tuvo en claro que una de las principales fuentes de poder, además del dinero, es el control de la información. De hecho, admitía que su pelea contra el Grupo Clarín en particular y los medios no oficialistas en general era, en el fondo, por el manejo de la agenda. Es decir: la imposición de los temas que deberían consumir los argentinos. "Tenemos la misma clientela", sorprendió un día Kirchner al accionista del grupo Héctor Magnetto en uno de sus encuentros, cuando todavía mantenían una buena relación. Recién cuando el ex presidente comprendió que el acuerdo era imposible decidió invertir mucho dinero en la tarea por instalar "otra agenda".
Los elementos están a la vista. La detención de Venegas fue prenunciada en Tiempo Argentino y la primicia del avión decomisado apareció en Página 12. La súbita y saludable preocupación por el trabajo esclavo se ha transformado en uno de los grandes temas sociales de todos los medios paraoficiales (en ellos no se habla, por ejemplo, del altísimo porcentaje de trabajo en negro que existe en el Estado nacional). Algunos altos funcionarios de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) están pidiendo a sus subordinados que hagan de periodistas. Todos los viernes tienen que enviar a sus superiores una lista de casos "espectaculares" para poder instalarlos en los principales medios. El malestar de los técnicos más serios ya es indisimulable. Temen ponerse al borde de la legalidad por "armar" o "amplificar" casos de personas o empresas que son consideradas "enemigos" del Gobierno, la Presidenta o los principales jefes de la AFIP.
El aviso de homenaje al ex presidente recientemente fallecido constituye, también, parte de "la otra agenda". Los artistas y funcionarios que participaron del proyecto tienen todo el derecho de hacerlo. La envergadura política de Kirchner y las pasiones que todavía despierta su manera de ejercer el poder hacen comprensible semejante muestra de amor. Componer una canción en su memoria parece algo muy natural. Lo que resulta sorprendente y para nada espontáneo es que se transforme en una "publicidad oficial" de cuatro minutos, que se la emita deciséis veces por fin de semana, en medio de la transmisión de fútbol, y que sea financiada con el pago de los impuestos de todos los argentinos.
Cristina Fernández puede darse el lujo de gobernar para la tribuna y a través de golpes de efecto porque la oposición es incapaz de instalar su propia agenda de prioridades. La gran pregunta es si le servirá para conseguir más votos o se le volverá en contra, como sucedió, en su momento, con las falsas denuncias contra Francisco de Narváez y Luis Juez, por citar sólo los casos más ruidosos.
Publicado en La Nación