-Tenemos que ganar en primera vuelta, si o si. Si no, perderemos igual que (Carlos) Menem contra (Néstor) Kirchner. El diagnóstico del ministro fue lanzado durante la segunda quincena de enero pasado. Fue el mismo funcionario público que, en una de sus últimas conversaciones políticas con Néstor Kirchner, le dijo al ex presidente que Cristina Fernández lo superaba, por poco, en imagen positiva. Y que no le parecía una mala alternativa que la candidata fuera ella. Kirchner le respondió, con su habitual estilo: “Dejate de hinchar las pelotas. El candidato voy a ser yo y no se habla más del asunto”. El ministro no forma parte de la mesa chica, integrada por Carlos Zannini y un periodista que ahora se dedica a la política. Sin embargo es uno de los pocos a los que escucha la Presidenta cuando sale del microclima triunfalista y adulador. El recomienda continuar con los actos públicos de precampaña, machacar sobre los índices de la economía que muestran un crecimiento del consumo y poner el acento en la ingeniería electoral destinada a ganar votos de la clase media en los centros urbanos más importantes.

-Si reconquistamos a la clase media a la que venimos espantando desde hace un buen tiempo, tenemos la posibilidad de llegar al 40 por ciento de los votos, superar al segundo por más del 10 por ciento y ganar en primera vuelta. Con la otra receta, en cambio, no llegamos ni a palos.


“La otra receta” es un enorme guiso de operaciones que incluye la dramatización de la supuesta pelea con los Estados Unidos, la persecución judicial, fiscal y mediática de candidatos de la oposición, importantes empresarios, dueños de medios y periodistas dispuestos a denunciar nuevos hechos de corrupción y también a fiscales y jueces que se preparan para recolectar más pruebas con el fin de llamar a indagatoria a encumbrados funcionarios del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En “la otra receta” trabajan espías de la Secretaría de Inteligencia (SI) quienes poseen, entre muchas de las carpetas que se agitan, un calendario con la fecha en que la Cámara de Casación podría confirmar el procesamiento de Mauricio Macri en la causa de las escuchas. “Podría darse justo en el medio de la campaña electoral, para mostrar a los argentinos que la alternativa a Cristina no podría ser nunca alguien procesado por pinchar teléfonos”, me dijo un ex juez federal que conoce mucho de este tipo de operaciones.

El ala que se autodefine como la “mas racional” del gobierno cree que estas acciones, lejos de sumar votos, pueden ahuyentar a los argentinos más moderados, quienes agradecen los beneficios del crecimiento económico pero se espantan cuando los gobiernos usan el poder del Estado para perseguir a quienes consideran opositores o críticos.

Un funcionario que defiende su derecho de hablar con periodistas no adictos opinó que Cristina debería registrar -para no repetir los mismos errores- que cada vez que se fabricaron o amplificaron causas contra adversarios o medios, en vez de demonizarlos, se los transformó en víctimas.  Recordó el caso de  Luis Juez, de Francisco De Narváez, la embestida contra Fibertel y la invasión de inspectores de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) de Ricardo Echegaray a Clarín, horas después de que un periodista  del matutino denunciara que la Oficina Nacional de Comercio Agropecuario (ONCCA)  repartió subsidios por 10 millones de pesos y de manera discrecional a feet lots de Carlos Casares.

Más allá de la euforia triunfalista y la campaña “Cristina ya ganó” de los medios adictos,
los últimos números de una encuestadora “no colonizadas” sostienen que la intención de voto de la presidenta sigue oscilando en un 35 por ciento de los votos, que Macri y Ricardo Alfonsín integran el segundo pelotón con alrededor del 20 por ciento -aunque el jefe de gobierno de la Ciudad creció unas pocas décimas- y que la mayoría de los argentinos no tiene en la cabeza a las próximas elecciones de octubre, donde se decide parte del futuro de este país.

“Es una cifra buenísima y nos puede llevar al triunfo si hacemos las cosas bien y la economía nos sigue acompañando. Tenemos bastante para crecer si la gente sigue viendo a la oposición como algo fofo y desdibujado, incapaz de garantizar la continuidad del proyecto. Pero podemos perderlo todo si, en la desesperación por ganar sea como sea, empezamos a cometer los mismos errores que cometió Néstor en la campaña anterior”, diagnosticó el mismo funcionario que no tiene problemas en hablar con cualquiera.

En junio de 2009 Kirchner obtuvo, en la provincia de Buenos Aires, un poco más del 30 por ciento de los votos al ser derrotado por De Narváez. Los kirchneristas no triunfalistas intuyen que si Cristina no gana en primera vuelta, perderá en el balotage con el segundo, igual que Menem perdió contra Kirchner en abril de 2003.

 

Publicado en El Cronista