(Columna presentada en CNN Radio y publicada en Infobae) Entre los analistas políticos clásicos prevalece la idea de que la alerta que planteó el consultor Jaime Durán Barba sobre la posible derrota de Mauricio Macri contra Cristina Kirchner es solo una jugada magistral para asustar a Cambiemos con el cuentito del lobo feroz. Y no solo a Cambiemos. También al denominado círculo rojo y a una buena parte de la sociedad.
Estos pensadores se basan en una tesis que el propio Durán Barba escribió en uno de sus libros. Un preconcepto que dice que para ganar las elecciones lo importante no es como se está ahora mismo sino cómo se llega al día de la votación. Y que, incluso, con un electorado tan volátil, es contraproducente ir venciendo seis meses antes, porque puede incentivar el voto "políticamente correcto" con la consecuente fuga de la opción "seguro ganador".
Quienes trabajan en la Jefatura de Gabinete cerca de Marcos Peña tienen un razonamiento adicional. Sostienen que no hay que enloquecerse porque, sobre la base de que el Presidente conserva un tercio de los votos y Cristina Fernández también, todas las semanas, e incluso todos los días, hay fluctuaciones y variaciones en uno y otro sentido.
Sin embargo, esta vez, el mensaje de Durán Barba fue más directo y menos rebuscado. Transmitió al jefe de Estado, al ministro Nicolás Dujovne y al presidente del Banco Central, Guido Sandleris, que si no revierten de inmediato la idea de que todos los días todos los argentinos sienten que compran menos comida con la misma cantidad de dinero, Cristina ganará las PASO por una diferencia de entre 5 y 6 puntos.
El consultor les explicó también que entonces no importará tanto el cálculo de que el miedo hará que Cambiemos de vuelta el resultado en la primera vuelta. Les informó que, por el contrario, esa diferencia potenciará la volatilidad financiera y pondrá en riesgo el programa económico, y ya no importara ni siquiera, entonces, el acuerdo que se firmó con el Fondo Monetario Internacional.
Parece también que, esta vez, Macri, en vez de responder "me encantaría hacer magia, pero se me perdió la varita" lo escuchó con atención y empezó a preguntar a todos los ministros del área económica qué tipo de medidas se podían tomar sin afectar el presupuesto ni incumplir la meta del déficit.
Ahora están todos raspando la olla para contribuir a financiar medidas heterodoxas, como el lanzamiento de nuevos créditos, un acuerdo de precios que permita contener el aumento de los alimentos de la canasta básica y más velocidad administrativa para cerrar las paritarias de los principales sindicatos.
Durán Barba no hablará más, públicamente, hasta después de las elecciones primarias. Se lo pidieron para evitar más ruido del que hay con Elisa Carrió y con los radicales. Incluso con peronistas como Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, quienes, a esta altura, hubieran preferido sumar al gobierno a dirigentes como Miguel Angel Pichetto, Juan Manuel Urtubey, o en su momento Sergio Massa e incluso Roberto Lavagna.
Por las dudas, la mesa chica de Macri ya volvió a prometer, a los dirigentes que pretenden abrir Cambiemos, que lo harán recién después de noviembre, en el caso de que ganen la contienda electoral. María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, esta vez, apoyan la idea de Durán Barba: medidas heterodoxas para no perder la reelección.