(Columna presentada en CNN Radio y publicada en Infobae) Hugo Moyano es el dirigente con peor imagen de la Argentina. Su nivel de rechazo solo es superado por Luis D' Elía y, depende de la encuesta, por el de su hijo, Pablo Moyano. Cada decisión política o sindical e incluso futbolística que toman los Moyano es sospechada de estar motorizada por su propia ambición y no por un deseo de mejorarle la vida a nadie. Las más recientes movilizaciones que impulsaron los Moyano no fueron la excepción.
La anteúltima tuvo más que ver con el miedo a que Pablo Moyano perdiera su libertad, ya que está sospechado de ser partícipe de una asociación ilícita para defraudar a Independiente. La última con el desastre que el propio clan Moyano hizo en OCA, una empresa de correo al borde de la quiebra. Los argentinos no necesitan que sean los Moyano los que les hagan notar los efectos de la crisis. Pero muchos de ellos se preguntan, más allá de la legitimidad del reclamo, si el camino para defender la lucha es la quema de colectivos o la coerción para evitar que quienes desean trabajar lo puedan hacer.
El oportunismo de los Moyano es una de sus características más notables. No hace tanto, el líder de los camioneros fue a comer milanesas a la quinta de Olivos preparadas especialmente por Juliana Awada. Se volvió a encontrar varias veces con el Presidente hasta que sintió que no podía sacarle ni una ventaja más.
Años atrás había tenido una feroz pelea con Cristina Fernández cuando todavía Néstor Kirchner vivía. Ella lo acusó de "buchón de la dictadura". Y él le enrostró que si no hubiese sido por el controvertido juez Norberto Oyarbide ella y el ex presidente tendrían que haber ido presos, condenados por enriquecimiento ilícito.
Ahora ambos, Moyano y la ex presidenta, están unidos por el temor a ser detenidos y para evitar que Macri consiga la reelección. Los dos están gozando con el nuevo freno de mano que vastos sectores del sistema judicial le han colocado a las investigaciones que los involucran. Pero como decía Juan Domingo Perón, la única verdad es la realidad. Y tarde o temprano se impone. Jaime Durán Barba debe estar pasando la mejor semana del año: entre la quietud del dólar, las consecuencias de la salida del libro de Cristina y la foto de los Moyano impulsando el sexto paro a un gobierno no peronista, la oposición parece estar trabajando para él, aunque no se note.