(Columna presentada en CNN Radio y publicada en Infobae) Hay solo un par de encuestas en las que cree Cambiemos. Una la recibe el jefe de gabinete Marcos Peña del gobierno nacional. La otra la recibe el jefe de gabinete de la provincia, Federico Salvai. Ambos son muy prudentes y cuidadosos en comentarlas o difundirlas, porque son una de las principales herramientas que poseen para tomar decisiones. Las que le suministran a Salvai todos los días son tracks diarios que incluyen imagen y a veces intención de voto de los principales candidatos de Cambiemos en la provincia. Por supuesto, la gobernadora María Eugenia Vidal las puede ver casi al mismo tiempo, pero el que las analiza y saca la mayoría de las conclusiones es el propio Salvai.
Ni Peña ni Salvai lo van a repetir en público, pero los últimos números les hicieron recuperar el aliento y bajar el nivel de preocupación que venían acumulando. Enero había traído muy males noticias, febrero también. Marzo había sido peor y a principios de abril se había llegado a la sospecha de que si no se hacía algo urgente Mauricio Macri iría a una derrota segura, a Vidal le costaría mucho ganar y el único que podría salvar la ciudad y la ropa sería Horacio Rodríguez Larreta, cuya imagen de gestión a veces supera el 70 por ciento.
La novedad es que desde mediados de abril la imagen y la intención de voto del presidente y de la gobernadora se vienen recuperando, a un ritmo superior del que viene bajando la imagen y la intención de voto de Cristina Fernández. Los motivos parecen estar a la vista: la precaria estabilidad del tipo de cambio, el lanzamiento del paquete de precios congelados y los nuevos créditos para beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y jubilados y pensionados combinados con la aparición del libro Sinceramente y el impacto de la crisis de Venezuela.
En este momento Peña y Salvai están concentrados en acordar con el radicalismo y monitorear los movimientos de Alternativa Federal. En las últimas horas recibieron más pequeñas buenas noticias. Ahora saben que la nueva superestrella, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, no va a jugar todas las fichas a Roberto Lavagna porque no está convencido de que le alcancen los votos para competir en segunda vuelta. Pero tampoco va a mover un dedo para ayudar a que Cristina Fernández vuelva al poder. Macri también suspira aliviado.