(Columna presentada en CNN Radio y publicada en Infobae) Ayer, durante la preinauguración de la megaobra denominada Paseo del Bajo, el presidente Mauricio Macri burló a su custodia y se mezcló entre decenas de personas que lo querían saludar. Eran cientos. El Presidente jura que ni uno solo lo insultó. Afirma que ni siquiera le hicieron burla con los 3 dedos que recuerdan la histórica victoria de River contra Boca en Madrid, por la Copa Libertadores. En parte se entiende: era difícil que estuvieran presentes, en semejante acto, muchos de sus detractores.
Pero en el comando de pre-campaña de Cambiemos ya tomaron nota de esa escena como demostrativa de cierto cambio de clima. "No es que los desencantados se volvieron a enamorar de repente de Mauricio. Es una mezcla de un montón de cosas que están pasando ahora mismo", me dijo alguien que recibe estadísticas de intención de voto todos los días.
La mezcla es abundante y está compuesta por los siguientes ingredientes. Uno: la quietud del dólar. Dos: la sensación de que la inflación viene bajando, o para decirlo de otra manera, que los precios ya no suben como antes. Tres: las fotos simultáneas de la ex presidente en el banquillo de los acusados y el jefe de Estado inaugurando obras y golpeando el pavimento mientras declama: "Esto no es relato! ¡Esto es real!". Cuatro: el tiro por la culata del intento de voltear la causa de los Cuadernos y otras de la denominada "Operación Puf". Cinco: el hecho de que la "amenaza" o "el fantasma" de Cristina se corporizó. Es decir: se hizo tangible, se transformó en realidad y está empezando a asustar, de verdad, a una buena parte de más del 60 por ciento del electorado que no la quiere de vuelta.
Parece que el jefe de gabinete, Marcos Peña, usó el siguiente concepto: "Se aceleró la polarización". O mejor dicho: la confirmación de Cristina Fernández dentro de la fórmula presidencial anticipó la polarización que hasta hace dos semanas venía creciendo, pero de manera muy lenta. Las ideas y vueltas de las grandes figuras de Alternativa Federal no ayudarían a detener el vértigo del choque electoral último entre Cambiemos y Unidad Ciudadana. Tampoco el resultado de la convención de la Unión Cívica Radical, excepto que termine a las patadas.