¿Qué pasó, entre el 27 de octubre de 2010, la mañana de la muerte de Néstor Kirchner, y el día de hoy, 11 de abril de 2011, para que la Presidenta Cristina Fernández pasara de una derrota casi segura a ganar en primera vuelta, con una diferencia irremontable?
Esa es la pregunta que se hacen los líderes y analistas de la oposición. Necesitan encontrar una respuesta urgente para ir a la elección de octubre con la esperanza de dar vuelta las cosas. Esta son algunas de las posibles.
- El ex presidente se llevó con su muerte “todo lo malo”, y colocó en la agenda todo “lo bueno” que hizo durante su gestión: los asesores del gobierno trabajaron enseguida para transformar a Néstor en un mito. Exacerbaron sus aciertos y ocultaron sus errores y los hechos de corrupción que lo salpicaban. Es decir “aprovecharon” su desaparición física para convertirla en “legado” y encontraron en su viuda la figura capaz de encarnar la herencia del proyecto.
- La Presidenta encontró, por fin, su lugar en el escenario de la política argentina: Siempre taponada o desdibujada por la figura omnipotente y omnipresente de su marido, Cristina Fernández nunca se había terminado de “recibir de Presidenta”. Intentaron ponerla en la cresta de la ola durante el conflicto con el campo, pero no resultó. Lo ensayaron de nuevo al colocarla a la cabeza de la guerra Santa contra el Grupo Clarín, y provocó rechazo en una buena parte de la sociedad. Pero ahora sí encontró “su lugar en el mundo”. Es una jefa de Estado que solo anuncia buenas noticias, habla de El como si fuera el custodio del pasado y del presente, e invoca a la juventud para asociarse con el futuro.
- Su condición de viuda provocó una fuente empatía hacia su persona. Una corriente de comprensión y solidaridad que borró en un instante la bronca que generaba en parte de la clase media su tono de maestra ciruela. Una de las imágenes más impactantes de la nueva Cristina se registró durante la primera aparición oficial en cadena, después de la muerte de su compañero. La Jefa de Estado se quebró, y los expertos en comunicación pusieron el video en el aire igual. Incluso permitieron que se notara el corte abrupto, cuando Cristina no pudo seguir más, afectada por el llanto. La comunicación pública de la Jefa de Estado sigue en ese camino exitoso. Cuando Ella pide:
“Necesito de ustedes, porque sola no puedo” el impacto positivo que producen esas siete palabras vale más que cualquier medida de gobierno.
- Una viuda en campaña más el boom del consumo y un conglomerado de medios a favor es una ecuación insuperable, le dijo en los últimos días su asesor Jaime Durán Barba a Mauricio Macri. Durán todavía tiene la esperanza de que Macri se presente otra vez como jefe de Gobierno de la Ciudad. El experto supone que el Huracán Cristina es imparable. Y que solo lo puede detener un gran error propio. Una metida de pata tan grande como la pelea contra el campo.
- Algo que ya no depende ni de Mauricio ni del resto de la oposición.
- Así como Cristina “se recibió” de Presidenta, en la oposición todavía no hay ninguna figura que “se haya recibido” de candidato: ¿Cómo hacer para que Ricardo Alfonsín pase de ser considerado Ricardito a un dirigente capaz de gobernar la Argentina con Hugo Moyano y Luis D'Elía marcándole la cancha? ¿De qué manera imponer la imagen de Eduardo Duhalde como el mayor piloto de tormentas de la democracia por sobre la otra vinculada con el pasado y las operaciones secretas para quedarse con el poder? ¿Cómo hacer entender a los porteños y los argentinos que la gestión de Macri en la Ciudad es muy superior, en términos objetivos ,que las de sus tres últimos antecesores, y que por eso es el mejor preparado para gobernar el país pero sin la confrontación permanente que propone el gobierno nacional?
Para llegar a la presidencia de la Argentina hay atributos que no se compran en el hipermercado ni en la góndola de los mejores asesores de imagen. Uno es la actitud y la vocación de poder. A Kirchner le sobraban y por eso pasó de una intención de voto de un dígito a ganarle a Carlos Menem por abandono. Otro es la capacidad de reacción para anticipar la jugada del otro y neutralizarlo. Un tercero es la habilidad para imponer la agenda. La pelea de Kirchner contra Clarín persigue, también, ese objetivo.
El último atributo es la virtud de convencer, aunque el clima de época parezca adverso. Lo hizo Menem contra Cafiero y Kirchner contra el mundo.
El que pretenda ganarle a Cristina lo tendrá que hacer ahora, igual o mejor que los otros.
No le queda mucho margen. No mucho más que el tiempo que pasó desde la muerte de Kirchner hasta ahora mismo.
Publicado en El Cronista