(Columna presentada en CNN Radio y publicada en Infobae) ¿Hay que creer en Alberto Fernández cuando dice, por ejemplo "no seré el presidente de la venganza"? Antes de anunciarlo, ya había amenazado a media docena de jueces, y después fue a visitar Lula a la cárcel y definió a los asesinatos extrajudiciales en Venezuela, la eliminación de las elecciones y la persecución a los medios y periodistas como un "problema de calidad institucional".
¿Hay que creer en el "voluntarismo" de Alberto, mientras Hugo Moyano pide, en el eventual próximo gobierno, un ministerio virtual de la Venganza? ¿Hay que creer en este candidato supuestamente moderado ante las amenazas reales de Dady Brieva queriendo imponer una CONADEP para periodistas críticos, o de Mempo Giardinelli planeando una nueva Constitución y mandando a todos los jueces en comisión, y el anuncio de la nueva ley que planteó Eugenio Zaffaroni para liberar a lo que ellos consideran presos políticos?
En un país normal, con el mínimo respeto por la división de poderes, la candidata a vicepresidente por el Frente de Todos se tendría que seguir defendiendo, ante la Justicia, aún después de su eventual victoria electoral, de los 13 procesamientos, 6 pedidos de prisión preventiva y 4 solicitudes de desafuero que tiene para ser juzgada y eventualmente detenida.
Es más: lo único que impide que hoy esté presa junto con Amado Boudou, Julio de Vido, José López, Roberto Baratta, Luis D' Elía, César Milani, Juan Pablo Schiavi, Ricardo Jaime, el primo del ex preidente Santiago Carlos Kirchner, Oscar Thomas y Milagro Sala son sus fueros como senadora nacional. ¿Cómo se resolvería entonces este enorme dilema? ¿Cómo se solucionaría este complejo problema institucional? ¿Dando vuelta la tortilla y metiendo preso al actual presidente Mauricio Macri, sobre el que ya pesan 120 causas penales? ¿Persiguiendo y si es necesario privando de su libertad a los fiscales, jueces, dueños de medios y periodistas que nos atrevimos a denunciar los múltiples casos de corrupción que protagonizaron?
Si gana Cristina, aunque Alberto no lo quiera, no habrá otra manera de evitar que la ex presidente vaya a la cárcel que transformando en culpables a quienes la pusimos en evidencia. No habrá otra forma de conciliar con ella que convertir, de prepo, de un día para el otro, en delincuentes, a decenas de personas que no tuvimos miedo de denunciarlos. La dinámica de la situación hará, probablemente, que vengan por todo. Nosotros mismos, y todo lo demás: el patrimonio, nuestra familia y nuestros amigos. No hay que tener miedo. Solo hay que estar preparados y tomar las prevenciones del caso, por si realmente sucede.