(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial) En la entrevista que concedió en TN a Joaquín Morales Solá, Alberto Fernández volvió a plantear una hipótesis tirada de los pelos: que Cristóbal López es un preso político, alguien a quien se lo persiguió por ser el dueño de un canal crítico del gobierno. A esa voltereta dialéctica, le faltan algunos datos.
El primero: Cristóbal y Fabián de Sousa están presos por haber evadido de manera fraudulenta más de u$s 1000 millones. Repito: más de u$s 1000 millones. Para que se entienda bien,su empresa Oil Combustibles se apropió del Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC) que debía girar automáticamente a la AFIP y, con parte de ese dinero, compró bancos y medios de comunicación, entre ellos, la señal C5N.
Segundo dato: C5N no se esfumó, ni desapareció, ni se desintegró; todavía sigue saliendo al aire, guionado por Cristóbal y De Sousa desde la cárcel. Es decir: lo siguen usando como un ariete para defenderse, atacar o justicar la supuesta persecución.
Tercer dato: Alberto, además de ser el candidato a presidente, muestra, igual que Néstor Kirchner en su momento y que Cristina Fernández desde siempre, una preocupante tendencia a intervenir en las decisiones del Poder Judicial, como si fuera parte del Poder Ejecutivo.
Pero además,sus opiniones no deben ser tomadas como las de un simple y neutral analista, ya que Alberto en algún momento apareció como cobrando una factura por honorarios profesionales a López y de Sousa que, al final, aparentemente, no percibió.
Fernández, el candidato, también tiene la costumbre de escindirlo que él entiende como su propia conducta con los delitos y los pecados de los ex funcionarios del kirchnerismo y los hombres de negocios que fueron sus cómplices. Nos quiere hacer creer que a pesar de habersido los ojos y los oídos de todo el mandato de Néstor Kirchner y de Cristina, hasta julio de 2008, él no vio nada. Él no escuchó nada. Y que los bolsos con dinero eran algo ajeno, lejano y muy contrario a su postura frente a la corrupción.
Para desmentirlo,s+olo bastaría recordar el alerta que hizo en su momento,siendo ministro de Economía, Roberto Lavagna,sobre la cartelización de la obra pública, que, dicho sea de paso, es nada más y nada menos que el origen de las denuncias contenidas en los denominados "Cuadernos".
Pero Alberto es el principal impulsor del Plan "Cristina inocente". Lo que el periodista Claudio Jacquelin describió como el intento de buscarla inocencia "social" de las acusaciones judiciales contra la ex presidenta. Vale la pena recordarlo una vez más: tiene 13 procesamientos, 6 de ellos como jefa de una asociación ilícita, 5 pedidos de prisiones preventivas y 4 solicitudes de desafuero. Lo que sí es una persecución y se puede tomar como una amenaza es la que prorió Alberto contra los jueces Julián Ercolini, Claudio Bonadio y los camaristas Gustavo Hornos, Mariano Borinsky y Juan Carlos Gemignani. La idea de que muchos jueces, incluidos los nombrados, deberían revisar muchas sentencias.
E incluso si lo que quiso decir es que los tribunales de alzada lo deberían hacer no solo es autoritaria y contraria a la división de poderes. Da una idea muy pobre de lo que piensa de la justicia en general, la Constitución en particular y el rol que deben tener los funcionarios o más precisamente el Poder Ejecutivo.
Los analistas clásicos dicen que el Frente de Todos está perdiendo votos porque la campaña que vienen realizando Alberto y Cristina es mala. En verdad, la razón es un poco más profunda: lo que dicen, lo que hacen, lo que defienden, es insostenible.
Y la diferencia de discurso entre lo que plantea Cristina Fernández y lo que intenta transmitir Alberto es cada vez más ostensible. Y cada día será peor. Ayer, por ejemplo, en Jujuy, Sergio Massa dejó muy claro que para él Milagro Sala debía seguir detenida, y eso contradice lo que piensan y lo que dicen Cristina, los chicos grandes de la Cámpora, Axel Kiciloff y el ala más "radical" del Frente de Todos. Por supuesto, también alrededor de Milagro Sala
la idea de "persecución política" se repite una y otra vez, como un mantra de la victimización.
La pregunta del millón es: si ahora que todavía no son Gobierno muestran semejantes contradicciones, desinteligencias y perspectivassobre un asunto tan crucial como el principio de justicia, ¿cómo funcionarían si ganan las elecciones y asumen el Ejecutivo el próximo 10 de diciembre?