(Columna publicada en Diario El Cronista) Una ola de renovada energía atraviesa al presidente Mauricio Macri y un pequeño pero influyente grupo de hombres y mujeres: cada vez parecen más convencidos de que se está muy cerca de pasar los 35 puntos y que los 48 puntos de Alberto Fernández y Cristina puedan transformarse en menos de 45. Es decir: de lograr el pasaporte para ir al ballotlage, donde anticipan, tendrá lugar una elección distinta. Muy diferente.
Ponen, en la cuenta, números, pero también "sensaciones". Entre los números computan una dinámica que se viene dando en casi todas las elecciones posPASO. Es la siguiente: ganen o pierdan, los candidatos de Juntos por el Cambio obtienen, indefectiblemente, un porcentaje más alto con respecto a las PASO. Al mismo tiempo los candidatos del Frente de Todos y sus aliados, ganen o pierdan, bajan los porcentajes, en el resultado final.
Argumentan: pasó en Mendoza, en Salta, pero también en localidades de Córdoba y otras provincias que ya se creían perdidas.
Cerca de Guillermo Dietrich señalan que no es tan difícil "darla vuelta". "Son unos cuantos puntos más por haber fiscalizado mal, otros tantos puntos más por desprendimiento de los votantes de Lavagna, Gómez Centurión y Espert, más algunos votantes en blanco que hora tienen miedo de que vuelva Cristina", explican.
¿Y qué fórmula argumental usan para los que ya votaron al Frente de Todos el domingo 28 de octubre se den vuelta y le den un espaldarazo a Macri? "Un poco de miedo a Cristina, otro poco de miedo por las cosas que dice Alberto más la ampliación de la base electoral. Yo creo que el próximo 29 va a haber un récord histórico de participación, y que la mayoría de quienes no votaron en las PASO lo va a hacer, esta vez, por Mauricio y por Pichetto". Además de los cálculos numéricos, y del desprecio por los encuestadores que antes no vieron venirla derrota del oficialismo y ahora "se cuelgan de los votos de las PASO" para establecer un mapa de la futura intención de voto, fuentes cercanas al Presidente sostienen que las consultoras "no tienen idea de lo que está pasando en los actos públicos de las plazas del Si se puede".
"Son cientos de miles de personas que van a los actos sin micros, sin planes sociales, sin choripanes, sin organización previa. Es una energía imparable. Un boca a boca que hizo y hace temer a Alberto y a Cristina. Es gente que no quiere volver al pasado. Argentinos que reconocen que la cosa está mal, pero que si ganan Alberto y Cristina esto puede estar peortodavía" explican.
Puede ser una cuestión de fe, una estrategia premeditada, una herramienta para fidelizar el voto y no perder todavía por más diferencia, lo cierto es que Macri está conquistando la calle. El espacio público. La participación popular. Y, a la inversa, Alberto Fernández y Cristina aparecen en fotos con "las corporaciones", en ámbitos controlados. En el caso de la ex presidenta, sin responder ni siquiera una pregunta incómoda de ningún periodista. Y con un formato más rígido, todavía que el de los debates presidenciales.
Para colmo, cada vez que Cristina y Alberto se explayan queda más claro que sus intereses no son los mismos. Sorprendió, entre algunos dirigentes del Frente de Todos que no vienen del "albertismo" ni responden a Sergio Massa, que el candidato a presidente haya anticipado que Cristina va a tener cero injerencia en las designaciones del gabinete de ministros. Pero más sorprendió a quienes trabajan codo a codo con Alberto que Cristina haya dicho que no pudo seguir con atención las alternativas del debate presidencial. "Sea cierto, sea mentira o sea una pose más, representa una falta de respeto, primero, hacia Alberto, y después hacia el resto de la sociedad, que siguió este acontecimiento institucional minuto a minuto. Es la Cristina de siempre. La que parece estar por encima del bien y del mal. La de la superioridad moral. El ninguneo constante".
Todos estas señales insinuan optimismo y esperanza al equipo de campaña del Presidente. Macri espera con ansiedad el domingo que viene. Dicen, cerca suyo, que usará la última bala para hablar de los casos de corrupción que más lastiman a la propuesta del Frente de Todos.
Quizá aprovechará para preguntarle a Alberto Fernández si él, como jefe de gabinete de Néstor Kirchner y Cristina Fernández nunca oyó nada ni vio nada. Los bolsos. La cartelización de la obra pública que ya había denunciado Lavagna. La preferencia por hombres de negocios como Cristóbal López y Lázaro Báez.
También pondrá sobre la mesa su gran argumento para demostrar que no presiona ni presionó a ningún juez. El procesamiento de su primo hermano Angelo Calcaterra y su propia imputación en causas como la del Correo y los Panamá Papers.
Los hombres del Presidente no hablan de encuestas. Aseguran que no las pidieron ni les importan. El equipo de Alberto Fernández sí las tiene y las divulga: ellos aseguran que Macri podría trepar hasta el 35%, aunque le será muy difícil, y que la fórmula del Frente de Todos va a superar cómodamente, los 54 puntos. Este último porcentaje es la cifra mágica que los hombres del candidato necesitan para empezar a discutirlos espacios de poder con Cristina Kirchner, los chicos grandes de la Cámpora y las organizaciones sociales que lo corren porizquierda y le están marcando todo el tiempo la cancha.
Alberto no solo pretende conseguir el 54% para demostrarle a Cristina que muchos millones de votos le corresponden a él. También para convalidar su autoridad presidencial, puesta en duda por distintos sectores del Frente de Todos.