A los simuladores de la política se les caerá la careta. Entre los múltiples efectos del coronavirus, hay uno, muy positivo: hará caer los hilos de las caretas de cada uno de los dirigentes políticos que ejercen y disputan el poder. Porque la emergencia es tan notable que los terminará desnudando a todos.
Desde el presidente Alberto Fernández hasta cada uno de los líderes de la oposición, como Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Desde Cristina Fernández hasta Elisa Carrió. Desde Hugo Moyano hasta Juan Grabois. Desde Axel Kicillof hasta Sergio Massa. Desde los chicos grandes de la Cámpora- que hasta el viernes seguían presionando para ocupar más cargos, más poder y manejar más cajas “políticas”- hasta los funcionarios que dependen del Presidente y solo se dedican a gestionar, no siempre de manera eficiente, en medio de las internas.
De un día para el otro, perdieron relevancia, por ejemplo, los operadores paraoficiales como Horacio Verbitsky y los medios y periodistas que presionaban por la libertad de Milagro Sala. En unas cuantas horas, los que apostaban sus fichas antisistema al default, quedaron, por efecto del coronavirus, fuera de contexto. La pandemia los sacó del centro de la escena. Ya no parece tan importante la exigencia de Cristina de obtener impunidad, reconocimiento y un diploma de perseguida. Ya no le puede pedir al Presidente que se deja de administrar el país para ocuparse de su caso en particular.
La foto del momento es Alberto, junto a Rodríguez Larreta y Kicillof, tomando decisiones rápidas y racionales, para evitar la propagación del virus y al mismo tiempo combatir la psicosis. Los egos de gente como la misma Cristina, Hebe de Bonafini, Grabois, Moyano y otros, deberán esperar hasta que aclare. Sin embargo, cuando todo vuelva a empezar, ya nada será lo mismo: quedarán expuestos como lo que son, y su capacidad de mentir y simular quedarán más expuestas todavía.
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