Los cacerolazos de las 21:30 del lunes y de ayer no van a aplanar la curva del coronavirus, pero constituyen una señal de alerta para todo el sistema político, que estaba yendo derechito a una nociva malvinización de la cuarentena. Autoconvocados en determinados barrios de la ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Rosario, entre otros distritos, el ruidazo bien podría ser sintetizado con una frase que el Presidente le dedicó, en las últimas horas, al grupo Techint: “Muchachos: ahora les toca ustedes”, con una pequeña diferencia: parece claramente dirigido a todo el sistema político. Cometería un grave error el jefe de Estado si tomara la protesta como algo personal.
Debería evitar los arranques emocionales que le hicieron calificar de “idiota” al surfer que violó la cuarentena o “miserables” a los gerentes de Techint que dieron por terminado el contrato de 1.450 obreros de la construcción, y los inscribieron en el seguro de desempleo. Según las reglas de la física, a una reacción de cierta magnitud siempre se le opone otra igual o parecida. Oscar Arduch, dueño de Hidrocor SRL, firma de mantenimiento de máquinas hidráulicas, el empresario cordobés que puso en cuerentena al personal antes de la decisión del gobierno tomó un crédito para pagar los salarios de los próximos meses y calificó de miserable al jefe de Estado, no es un loco. Expresa, de alguna manera, lo que le sucede ahora mismo con su vida. Con su propósito de vida. Y tiene memoria. No se olvida del acuerdo que hizo el Presidente con Cristina para ganar las elecciones y llegar al poder. Tampoco se olvida de lo que Alberto había dicho antes y lo que sostiene ahora. Pero el impulso masivo y oportunista de algunos gobernadores, intendentes y legisladores de bajarse o donar sus sueldos y autoreducirse la dieta es insuficiente para hablar de un ajuste en serio de la política.
Deberían mirarse al espejo y disponer de un ajuste estructural, administrativo y real. Y no solo de los sueldos y los cargos de la política. También deberían abrir las cajas de la política como el PAMI YPF y Aerolíneas Argentinas, para que todos los argentinos sigamos al detalle como gastan la plata, y hacia donde la desvían. El Presidente debería escuchar con atención el mensaje de los cacerolazos, aunque todavía no sean masivos. También debería escuchar al empresario cordobés que le espetó: “miserable sos vos”. Quizá, detrás de esa reacción, haya algo más que resentimiento personal. El Presidente debería aprovechar este mensaje para no tirar por la borda la correcta decisión de disponer de una cuarentena justo a tiempo, en el medio de tanta incertidumbre.
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