Si a algún analista desprevenido le quedaba alguna duda sobre la idea de que Cristina Fernández es la Dueña de la Grieta, en los últimos días se habrá dado cuenta de que estaba equivocado: Ella no cambia más. A veces parecería que se autopercibe, incluso, por encima del coronavirus y sus consecuencias planetarias. Ahora le pidió permiso a la Corte para sesionar de manera virtual, pero no para discutir una quita de las dietas, como pedía la oposición, sino al solo efecto de satisfacer el capricho de su hijo: la aprobación del impuesto a los muy ricos, cuya efectividad está puesta en duda.

Hoy en La Nación, Joaquín Morales Solá escribe una columna que recomiendo con entusiasmo. Se llama “Errores y aciertos en la gestión de la crisis”. Allí pone de manifestó las buenas decisiones del Presidente, y también sus metidas de pata. Pero hay en el lúcido y prudente análisis del periodista, una revelación no escrita, sutil, a la que Alberto Fernández debería prestar atención: si el jefe de Estado sigue empeñado en dar todos los gustos personales a la vicepresidenta, puede terminar cada vez más alejado de millones de argentinos, quienes le acaban de ratificar su confianza como líder para enfrentar la pandemia.

La foto de ayer del jefe de Estado, junto a Máximo Kirchner y Carlos Heller, dando un espaldarazo político al denominado impuesto Patria, amplifica la grieta y el maniqueísmo. Además, confirma la sospecha de que Cristina está en silencio pero al acecho, con un proyecto político alternativo, en el caso de que el derrumbe económico se lleve puesto al Presidente, cuando el pico del contagio empiece a ceder. Es que a Cristina, multiprocesada como jefa de diferentes asociaciones ilícitas para tomar dinero del Estado, no parece importarle nada más que Ella misma.

La buena noticia es que está perdiendo, de a poco, relevancia política. Y que una buena parte de la sociedad va entendiendo, en cuarentena y con las antenas prendidas, que el famoso Impuesto patria no es más que puro posicionamiento ideológico, sin ningún efecto práctico. Humo. Relato. Jueguito para la tribuna. Solo grieta. Y nada más que grieta.

escuchá el comentario de Luis Majul en CNN Radio: