La Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires frenó la salida masiva de presos desde la cárcel para volver a sus casas. Sin embargo, por ahora, no regresarán a prisión quienes fueron beneficiados por el insensato hábeas corpus generalizado concedido por el juez kirchnerista de la Casación, Víctor Violini. Los casos de abusadores que aparecen hoy en los medios de comunicación no se pueden ni siquiera detallar, de tan aberrantes que se perciben.

Hay uno en particular que genera indignación e impotencia. Es el de un hombre de 65 años que abusó una y otra vez de su hijastra y ahora podría regresar al lugar donde sucedió todo. La niña abusada sufrió y todavía sufre varios problemas psicológicos. Quizá el más desgarrador es que, entre otras cosas, para soportar el asedio, se autolesionó, haciéndose cortes en la piel. En la nota se afirma que en un día llegó a hacerse 70. Se escribía, por ejemplo, “puta” y “zorra”. Los psicólogos dicen que era su manera de transitar semejante infierno en el hogar. La distancia y soberbia con la que gente como Raúl Zaffaroni y Cipriano García miran estos casos es la evidencia más clara del disparatado micromundo en el que viven.

La carrera por despegarse del asunto de una buena parte del cristinismo es la otra cara de una misma moneda. Salieron en tropel a sacarse de encima el sayo de suelta-presos porque sienten que este asunto puede afectar sus posibilidades electorales en las legislativas del año que viene. La vicepresidenta Cristina Fernández todavía no apoyó en público ni una vez las decisiones del Presidente para combatir el coronavirus. Pero cada vez que Axel Kicillof está en peligro deja documentada su adhesión al gobernador, para que la militancia sepa de qué lado está, y a quién sostiene.