Ayer, en La Cornisa, Federico Andahazi dijo que hay sectores del kirchnerismo que alientan un nuevo caso Santiago Maldonado. Que quieren transformar en mártir a Ramona Medina, la vecina del barrio 31 que era vocera de La Garganta Poderosa y que murió, contagiada de Covid-19. Me invitó a navegar por las redes y comprobé que era verdad. Que amplios sectores del kirchnerismo acusan de “asesinato” a Horacio Rodriguez Larreta. Desde Hebe de Bonafini a Gabriela Cerrutti. Y no les importa, si quiera, que también haya fallecido, por haber contraído coronavirus, Víctor "El Oso" Giracoy, un militante radical que, también en el barrio 31, llevaba más de 25 años al frente del comedor comunitario Estrella de Belén.
Los líderes de Juntos por el Cambio en la Ciudad están sufriendo ahora mismo un brutal ataque político destinado a disminuir las chances de victoria en las elecciones del año que viene. Si la oposición no enfrenta al oficialismo como corresponde, no va a tener ninguna posibilidad de volver al gobierno nacional. Ni siquiera de retener la Ciudad, si la avanzada continúa.
Por un momento, Rodríguez Larreta y Santilli pudieron suponer que el presidente estaba al margen. En las últimas horas empezaron a entender más como era el juego. El peronismo tiene al oficialismo y a la oposición adentro. A la izquierda y a la derecha. Maneja la chequera y la rebeldía también. Deberían analizar cómo enfrentarlo. Y hacer una autocrítica profunda de por qué fueron desplazados cuatro años después de haber encarnado una ilusión parecida a la que despertó Raúl Alfonsín en la mayoría de sus votantes. “No los creíamos capaces de usar el coronavirus para hacer política”, se excusaron ayer, a última hora, altos funcionarios de la Ciudad. Ahora lo saben.