Ayer, en Mirá, Rosendo Fraga, al contrario de muchos analistas políticos, dijo que en el gobierno no hay dos o tres fuerzas en pugna. También explicó que lo que muchos ven como una contradicción, son posturas ideológicas, que a veces se llevan a la práctica y a veces no. ¿Quién gobierna entonces?, le pregunté. La líder del espacio político es Cristina Fernández, me respondió.
Las respuestas de Fraga parecen muy preocupantes. Porque eso significa que, más tarde o más temprano, la vicepresidenta está imponiendo su mirada sobre cómo administrar. Está claro que Alberto Fernández se hizo cargo personalmente de la pelea contra el Covid-19 y de la negociación por la deuda externa. Pero aún en ambos casos, la impronta de Cristina Fernández se podría estar imponiendo, a la par, o por encima de la del Presidente. En las últimas horas, aparece muy claro como Axel Kicillos, un incondicional de la vicepresidenta, prepara el terreno para responsabilizar a Horacio Rodríguez Larreta sobre los peores efectos que podría sufrir la provincia si crece el número de contagiados y fallecidos. Y sobre la negociación por la deuda, también parece claro que, igual que el jefe de Estado, Cristina no propicia el default, porque su futuro político también depende de una buena negociación. ¿Analiza este escenario la oposición de cara a las elecciones del año que viene? Todo parece indicar que no. Que hasta ahora el oficialismo le volvió a ganar de mano, dividiendo a quienes tienen responsabilidades ejecutivas de quienes no. Cerca de Mauricio Macri aseguran: “quieren robarnos dirigentes. Nos quieren dividir. Pero no lo van a conseguir”.