Si sigue cayendo a este ritmo, cuando termine la pandemia, la imagen del presidente Alberto Fernández podría quedar muy por debajo de la que tenía antes de la cuarentena. Y la economía habrá descendido más del diez por ciento, de acuerdo a la mayoría de los economistas que hacen pronósticos anuales.
Al mismo tiempo, los sanitaristas que siguen en detalle la evolución del COVID-19 sostienen que el pico de contagios se podría alcanzar a mediados o finales de junio, y mantenerse dos meses con cifras parecidas, lo que prolongaría la cuarentena, por un lado, y la brutal caída de la economía, por el otro, por lo menos, hasta septiembre, en el mejor de los casos.
Ese es el escenario donde cree que va a tener que actuar el Presidente. También el jefe de gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta y el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof. Tal vez el jefe de Estado lo viene rumiando desde hace tiempo. Por eso prohibió a sus amigos el lanzamiento de una línea interna para competir con Cristina y sus chicos grandes en las elecciones legislativas del año que viene. ¿Cuál es el plan del Alberto Fernández? Seguir con el traje de bombero puesto, cerrar un buen acuerdo con los acreedores externos, y preparar el relato para sostener que a la economía ya la había destruido Mauricio Macri antes del COVID-19. Al mismo tiempo, ayudará a Kicillof a instalar otro relato que le permita crecer de entre las ruinas. El que sostiene que Larreta es el responsable del aumento de los contagios en la Ciudad, y por extensión, además, en la provincia de Buenos Aires también. ¿Alcanzará eso para que Cristina se sienta satisfecha? De ninguna manera: la único que podría tranquilizarla es la desaparición lisa y llana de sus causas judiciales. Pero eso, por ahora, no sucederá.