La vicepresidenta tiene un nuevo abogado defensor. No es que despidió a Carlos Beraldi, el profesional que además defiende a Cristóbal López y Fabián de Sousa, y a muchos otros exfuncionarios k. No es que se sacó de encima a su asesora en el Senado, Graciana Peñafort. No. Su nuevo abogado defensor tiene un poco más de relevancia. Se trata del Presidente de la Nacion, Alberto Fernández.
Como el jefe de Estado no tiene ningún problema, y le sobra el tiempo, en el medio de la pandemia del COVID-19, y respondiendo a una pregunta estilo centro a la cabeza que le hizo un periodista de la señal que manejan, casualmente, Cristóbal y de Sousa, Fernández pidió encarecidamente que los jueces se apuren para tramitar dos causas contra Cristina: la del memorándum de entendimiento con Irán, y la de dólar futuro. Para abrir el paraguas, Fernández sostiene que es un viejo reclamo personal a la justicia que trabaje rápido y con eficiencia. Es cierto. Hace unas semanas, en conversación con distintos periodistas, Fernández les dio ese ejemplo y también el de la causa por las escuchas telefónicas en las que Mauricio Macri fue sobreseído después de mucho tiempo. Pero el tema no es ese. El tema es que ningún presidente se debería involucrar de manera personal en asuntos judiciales tan sensibles. O debería pedir el mismo trato para todos, y no solo para la mujer que lo ungió con jefe de Estado, y que pretende quedar impune de todos los delitos que se le imputan. Nunca es bueno que un jefe de Estado, por más profesor de Derecho Penal que sea, se ponga el traje de abogado defensor de nadie.
Comentario de Luis Majul de hoy en CNN Radio Argentina