El Presidente está estresado. Lo sé, porque cada vez lo veo más cansado, más irritado y menos tolerante. Volví a caer en la cuenta cuando leí el título de la columna de Eduardo Van der Kooy, hoy, en Clarín. Alberto Fernández, desde hace un tiempo, se empezó a enojar con mucha gente. Políticos, economistas, empresarios. Gente con la que hablaba muy seguido, y a veces él mismo llamaba, cuando estaba en el llano, y ahora descalifica de manera pública, como Alfonso Prat Gay.
Sentí esa misma carga de estrés la primera vez que lo entrevisté, para La Cornisa, en su condición de candidato a presidente. Un experto que estaba en el estudio me lo confirmó. “Tiene un enorme estrés. Se nota a simple vista”. ¿Cómo se da cuenta de que padece de estrés o es otra cosa? “Por el tipo de irritación que tiene: explota, pero al rato se da cuenta que metió la pata, entonces trata de equilibrar. Está desbordado". Alberto Fernández tiene muchas razones para estar desbordado. La pelea contra la pandemia es la más importante y prioritaria. Pero la otra es Cristina Fernández y sus chicos grandes, que ya lograron, como sostiene Van der Kooy y nosotros compartimos, kirchnerizar su discurso hasta límites impensados. Ojalá, cuando la pandemia termine, que Fernández recapacite y vuelva a ser el Fernández moderado, democrático, tolerante y respetuoso de las ideas de los demás que le sirvió para ganar las elecciones. Porque si no quedará subsumido en el núcleo duro del cristinismo mas intolerante. Y será lo peor para el país.
audio del comentario de Luis Majul en CNN Radio: