Ningún país puede vivir en cuarentena permanente. Por otra parte, si la cuarentena se siguiera prolongando en el tiempo, las consecuencias serían más letales que el propio Covid-19. Y eso lo saben hasta los niños. Lo que sí conlleva la cuarentena, es demasiado poder para quienes gobiernan. O mejor dicho: sensación de poder. Porque todo parece indicar, que la valoración positiva de quienes defienden la cuarentena y aparecen como dirigentes que cuidan a la sociedad, se está diluyendo hora tras hora, día tras día.
El ritmo de la caída no es vertiginoso. Parece seguir, aunque parezca una broma de mal gusto, la misma dinámica de paulatina de la pérdida del miedo ante la amenaza de la pandemia. El problema de los militantes o talibanes de la cuarentena es que, desde amplios sectores del gobierno, se aprovecha el momento para buscar impunidad o imponer decisiones en base a la prepotencia. ¿Y qué pasará cuando el golpe de la economía termine de mostrar la verdadera cara del desastre? Siempre es mejor salir del infierno en base al consenso, y no del autoritarismo y los decretazos. ¿No era que Alberto venía a poner más democracia a los votos del peronismo? Para que Cristina salga limpia de culpa y cargo, la única alternativa es romper el sistema. Ella lo sabe. Se lo hicieron entender Rafael Correa, Evo Morales, y Lula, de diferentes maneras. ¿Lo logrará?