A continuación la columna completa que ayer presentó Luis Majul en La Nación Más y que lleva el título: "Espionaje ilegal y el operativo Cristina Kirchner". Video y principales fragmentos del comentario:

 

Esta es una información de último momento. A vos te va a interesar, porque a todos nos gustan las historias de espías. A vos porque venís siguiendo, paso a paso, el plan de impunidad y venganza que viene desplegando la vicepresidenta, incluso, desde antes de asumir.

Y a vos también, porque te sorprendiste cuando leíste, la semana pasada, que la nueva interventora de la AFI, Cristina Caamaño, había denunciado a sus antecesores Gustavo Arribas y Silvia Majdalani y también al expresidente Macri por violación de la Ley de Inteligencia, al pinchar, presuntamente, mails de decenas de personas, entre las que me encuentro.

Ayer, en La Cornisa, te comenté que estoy de acuerdo con que esta denuncia penal se investigue a fondo. Y también te expliqué por qué la denuncia me parecía tan rara.

Enseguida te voy a contar en detalle sobre la presentación que hice tanto ante el fiscal como ante el juez hoy. La hice a través de mis abogados, con un pedido muy claro. Por qué la denuncia me sonó tan rara:

Me llamó la atención la mezcla de nombres y apellidos. La biblia y el calefón. Típica maniobra de confusión y distracción de los servicios de inteligencia berreta.

-Me llamó la atención que hayan encontrado la supuesta lista de espiados seis meses después de haberse instalado en la AFI.

-Me llamó la atención que se haya extraído de la AFI un disco rígido que, según la propia denuncia, había sido parcialmente borrado.

-Me llamó la atención que Cristina Caamaño, con su experiencia previa como fiscal, haya autorizado a personal de inteligencia a manipular un disco rígido, extraer la denuncia penal.

-Me llamó la atención porque se supone que Caamaño tendría que saber de antemano que un material así no sirve para probar ningún delito.

-Es decir: debería antes haber aprobado su trazabilidad: de otra manera puede resultar falso, o apócrifo.

-Es más: si la prueba estuviera contaminada al problema lo podría tener ella.

Ya nos presentamos como querellantes en la causa. Ya advertimos que la prueba podría estar contaminada. Y ahora, hoy mismo, presentamos, a través de mis abogados, un pedido muy claro, con el único objeto de anticipar y advertir la existencia de un operativo venganza, complementario del operativo impunidad que Cristina viene impulsando prácticamente desde que asumió.

Ayer lo expliqué en parte. El Operativo Venganza consistiría en obtener y publicar correos de dirigentes o personas a las que Cristina considera sus enemigas o que le hicieron daño.

En mi caso, vendría a ser una venganza personal por la publicación de sus estrambóticos diálogos con Oscar Parrilli. ¿Cómo lo haría? Con la complicidad de alguno de la decena de querellantes que responden ciegamente a ella y ya han protagonizado otras operaciones sucias, o denuncias inconsistentes, como Rodolfo Tailhade.

No sería muy complejo impulsar otra operación sucia. Con el estilo de siempre. Como querellantes, eventualmente, tendrían acceso a los correos. No solo de ellos mismos. Los correos de todos. Y eventualmente, los publicarían. Y el hecho de que seamos tantos los querellantes diluiría la responsabilidad del difusor que habría cometido el delito.

Antes de comentar muestra presentación, aclaro, por enésima vez, por si todavía queda un distraído o distraída, incluida la vicepresidenta, que las escuchas entre Parrilli y Cristina fueron ordenadas por un juez federal. Una vez más: no fueron producto de ninguna maniobra de espionaje ilegal. Fueron legales.

Sin embargo, si estos mails existen y se difunden, los responsables de hacerlo deberán enfrentarse a graves consecuencias. Mis abogados y yo mismo nos vamos a encargar de eso. Lo que hicimos hoy, con la nueva presentación que le enviamos al fiscal Jorge Di Dello y el juez Marcelo Martínez Di Giorgi es:

-Pedirles que resguarden nuestros mails para evitar su divulgación o entrega a toda persona ajena a mis abogados.

-Pedirles que autoricen solo a mis letrados a acceder a los correos privados que hayan sido acompañados como prueba.

-Advertir que en esos mails podrían haber, eventualmente, cuestiones privadas, o cuentas bancarias cuya divulgación o alteración podrían ocasionarme un perjuicio mayor.

-Advertir que, también, por mi profesión, podría haber conversaciones con fuentes periodísticas. Y esas conversaciones están protegidas por la garantía constitucional del secreto de la fuente. Es decir: su divulgación también afectaría mi trabajo profesional.

Es muy fácil de entender lo que acabamos de hacer. Le acabamos de pedir al fiscal Di Lello y al juez Martínez de Giorgi que disponga de manera urgente las medidas para proteger la prueba incorporada y para que ninguna persona ajena a mi equipo de abogados pueda acceder a esos correos electrónicos.

No voy a hacer hincapié en la información que publicaron todos los portales, incluidos LA NACION, hace más o menos 20 horas, y que afirman que el hijo de Cristina Caamaño trabaja con el fiscal Di Lello.

No voy a recusar a nadie porque siento que todavía me puedo defender, en caso de que el ataque sea, entre otros, contra mi persona.

Por otra parte, si el objetivo de pincharme los mails es enterarse, por ejemplo, confirmar si es verdad que tengo pensado escribir y, o editar un par de libros que les preocupa mucho a determinadas personas, no necesitan espiarme para eso.

En efecto: tengo pensado publicar como autor, cuando el tiempo me deje, dos libros que ya están bastante avanzados y que tengo en mi cabeza.

Y como editor, planeo otros dos libros que tarde o temprano se van a publicar, porque sus autores la pasaron muy mal, y, de alguna manera, servirán como una manera de reivindicarlos.