La victimización de Cristina Fernández ante el presunto espionaje ilegal que la acechaba y el anuncio de expropiación de Vicentín quizá no sean más que cortinas de denso humo para distraer la atención de lo que se viene: un derrumbe de la economía igual o peor que en diciembre de 2001. La vicepresidenta necesita contaminar las causas en las que está procesada por corrupción ahora mismo. Ya no le queda tiempo para perder. Y al Presidente tampoco.
Se calcula que el PBI caerá más de un 10 por ciento, que la pobreza llegará largamente al 50 por ciento, la desocupación superará ampliamente los dos dígitos y que el salario real va a caer un 10 por ciento, al tiempo que los precios aumentarán en estampida una vez terminada la pandemia, del mismo modo que los runner salieron a la calle casi todos juntos, en simultáneo, como el efecto de una olla a presión. Del lado de enfrente, más allá de los matices, la oposición se mantiene unida y resiste el embate del oficialismo por dividirla y quedarse con las migajas de la división. Desde el cristinismo también intentan anular las PASO, para dejar sin alternativas a Juntos por el Cambio. Pero el Frente de Todos no podrá tapar el sol con la mano. A la hora de los bifes, una buena parte de sus votantes le endilgará que hicieron poco y nada para llenar la heladera de los argentinos, al mismo tiempo que amplios sectores de la clase media le quitarían el apoyo, después de haber sido obligados a mudarse o pasar a sus hijos de los colegios privados más baratos del sistema a los públicos que no completan el calendario escolar. Y ni Alberto ni Cristina tendrán a Macri demasiado lejos en el tiempo como para echarle la culpa. Y ni que hablar del nivel de expectativa que generaron. “Vamos a volver para ser mejores”, prometió el candidato. Quizá, dentro de poco, suene como un chiste de mal gusto. El único peligro cierto de este futuro inmediato es lo que viene advirtiendo Sergio Massa desde que Alberto Fernández asumió: la posibilidad de que vuelva el que se vayan todos y que entonces el sistema político haga parir un Jair Bolsonaro.
comentario de Luis Majul en CNN Radio