Manuel Garrido
Aviso para lectores desprevenidos: ésta es una noticia inoportuna e inconveniente. Una información nueva, pero fuera de tiempo. Una noticia que, en medio del clima generado por el contundente triunfo del oficialismo, con seguridad será ignorada y subvalorada por la mayoría de los medios de comunicación y quizá también por la mayoría de los lectores, quienes dan por descontada la reelección presidencial.
Se trata de un pedido formal por parte de Manuel Garrido a Julio Vitobello, el responsable de la Oficina Anticorrupción (OA), para que le exija a la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, aclaraciones sobre lo que considera "inconsistencias" y "puntos oscuros" en la presentación de su última declaración jurada de bienes.
Garrido, candidato independiente a diputado nacional por la ciudad de Buenos Aires por las listas de Unión para el Desarrollo Social (Udeso), fue la máxima autoridad de la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) y uno de los que investigaron con mayor responsabilidad y precisión las declaraciones juradas de impuestos de Él y Ella entre los años 2007 y 2008, cuando se produjo el explosivo incremento del 158% del patrimonio de los Kirchner en apenas un año. Su trabajo, entre otros, dio lugar a una causa por enriquecimiento ilícito que fue cerrada en tiempo récord por el controvertido juez Norberto Oyarbide.
Garrido fundamentó el reclamo que acaba de hacer ante la OA en la jerarquía de la funcionaria y en "el enorme incremento" de su patrimonio, que entre 2009 y 2010 pasó de más de 55 millones de pesos a 70 millones de pesos. Además, le recordó a Vitobello que era su obligación pedir explicaciones y reclamar documentación respaldatoria, de acuerdo con el artículo 13 de la ley 25.188 de ética pública.
Garrido informó que, según declaró Ella bajo juramento, sus activos aumentaron casi un 30%. De casi 62 millones a casi 80 millones de pesos, para más datos. Además, explicó que el aumento de la riqueza de la Presidenta se debió al incremento en el valor de las participaciones accionarias y de los créditos a cobrar, pero, en especial, en los intereses que le dieron los plazos fijos en dólares y en pesos, porque estos últimos le generaron una renta de más de 12 millones y medio de pesos.
El ex fiscal precisó que las inversiones en entidades financieras representaron el 86% del total de su incremento patrimonial. "Esto significa que Cristina Fernández amasó su fortuna en una actividad especulativa y no productiva. Una actividad que no paga impuesto a las ganancias y que no genera puestos de trabajo", interpretó el ex fiscal, en respuesta a una de las preguntas que le formulé.
A Garrido también le llamó la atención que la presidenta incorporara a Florencia Kirchner en la declaración jurada y que además dejara sentado que su hija no tiene ingresos. Le llamó la atención porque de la lectura atenta de su presentación bajo juramento surge que a la jefa del Estado sólo le habrían quedado $ 37.000 para solventar sus gastos e inversiones particulares, incluidos los de Florencia y los de Néstor Kirchner a lo largo de todo 2010.
Garrido se preguntó si no era irrisorio que Cristina Fernández sólo hubiera destinado un promedio de 3000 pesos mensuales para gastar o invertir en la compra de computadoras, bienes mobiliarios como cuadros, sillones, televisores, cocinas, lavaplatos, comida, esparcimiento, gastos de viajes, tarjetas de crédito, el pago del departamento donde vivió Florencia en Nueva York, el pago de los estudios, los seguros de la casa y los autos que declara, entre otros ítems. "O no declaró esos bienes, como era su obligación, o debe demostrar cómo hizo para gastar sólo 37.000 pesos durante todo 2010 en sus inversiones particulares", aseguró.
En su pedido a Vitobello, el candidato a diputado nacional también consideró "poco creíble y sumamente extraño" que la Presidenta declare no poseer ningún bien mueble cuyo valor individual supere los 5000 pesos o "en su conjunto" los 20.000. Garrido citó, a manera de ejemplo, los elementos que deben ser declarados para no cometer el delito de omisión: los cuadros y obras de arte, los televisores, plasmas y LCD, los muebles, las computadoras y los equipos de música o de reproducción de sonido y videos son los más habituales. Cuando le pregunté si algunos zapatos de diseño cuyo valor rondaría los 5500 dólares el par debían también ser declarados, Garrido respondió que la Presidenta tenía la obligación de hacerlo. Por otra parte, me aclaró que en el caso de que los hubiera recibido en carácter de obsequio debería haberlo informado de manera oficial, para no ser acusada del delito de recepción de dádivas.
En su escrito, el ex responsable de la FIA también reclamó a Vitobello que le solicite a Cristina Fernández las constancias de los depósitos a plazo fijo de sus ahorros en dólares y en pesos y que después los compare con los valores de mercado.
"Es que la magnitud de los intereses hace necesaria la presentación de los documentos respaldatorios", explicó. Garrido le pidió también los contratos de locación de los alquileres de las veinticinco propiedades que Fernández posee, incluidos el hotel boutique Los Sauces y el hotel Alto Calafate. "Los pedí para que la Oficina Anticorrupción determine si los enormes ingresos por alquiler que declara nuestra presidenta provienen de fuentes genuinas y no para «blanquear fondos de dudoso origen»", se justificó.
Garrido dejó sentado que para él la declaración jurada de la primera magistrada es, por lo menos, imprecisa, y que necesita explicaciones y aclaraciones urgentes.
"Es evidente que la Presidenta o los miembros de su familia deben tener como mínimo un plasma [cuyo precio] supere el umbral mínimo que la obligaba a incluirlos en la declaración", afirmó. También consideró que de existir gastos de protocolo debería establecer su monto en la propia declaración jurada, incluido el dinero usado en los viajes al exterior.
En un país como Brasil, donde la presidenta aparta a los ministros sospechados de corrupción, una presentación como la de Garrido se hubiera transformado en un asunto de Estado. Pero ahora mismo, en la Argentina, en medio del aluvión de votos del Frente para la Victoria y la tremenda paliza que le dieron a la oposición, parece no tener la menor importancia. Va a contramano de lo conveniente y lo oportuno. Es mejor no contarlo. O ignorarlo. Total, a nadie parece importarle demasiado.
Publicado en La Nación