Me entero a última hora de ayer, antes de ir de dormir, que el juez Rodolfo Canicoba Corral se jubila a fin de mes.
Qué porquería.
Es lo mismo que hizo Norberto Oyarbide, para que no lo investiguen ni le inicien juicio político. Para evitar un proceso judicial que lo podría llevar, incluso, a la cárcel.
Que porquería.
Acusado de enriquecimiento ilícito, de cobrar en negro de la SIDE del kirchnerismo, de armar y desarmar causas a pedido del poder de turno, de viajar en vuelos privados pagados por empresarios, Canicoba se va a descansar a su mansión, y encima va a cobrar una jubilación de privilegio, que pagaremos todos los que abonamos impuestos.
Qué porquería.
A la misma hora, mientras trato de procesar la bronca la impunidad de Canicoba, escucho que Carlos Pagni, en su programa, Odisea Argentina, aporta otra información repugnante.
Me levanto temprano, para chequear si no había escuchado o visto mal.
Pero no.
Está publicada en la home de La Nación, tal cual.
La reproduzco:
El ex agente de Inteligencia que, como abogado, amenazó a su cliente preso, Damián Lagaronne, para que cambiara la declaración contra Pablo Moyano en la causa por asociación ilícita contra Independiente, es el mismo al que le encontraron, en su teléfono, una foto con el pan de trotyl que le pusieron en la puerta de la casa a otro ex agente de inteligencia, José Luis Vila, un radical que denunció la amenaza ante la justicia.
El tipo se llama Facundo Melo –repito, Facundo Melo- y, como si esto fuera poco, está imputado en la causa de presunto espionaje ilegal que tramita la fiscal Cecilia Incardona y el juez Juan Pablo Auge.
El trotyl no explotó. ¿Pero qué hacía la foto en el celular de Melo, tres días antes de que le colocaran el artefacto a Vila?
Qué porquería.
Te lo recuerdo: en la causa en la que denominamos “Operativo Bomba” Lagaronne afirma que Melo, el mismo Melo, fue contratado por Daniel Llermanos, abogado de Hugo y Pablo Moyano, para amenazarlo y así dar vuelta su declaración.
¿Llermanos le pagó a Melo? ¿De dónde habrá sacado el dinero Llermanos? ¿De sus honorarios como abogado? ¿De la plata de los afiliados al Sindicato de Camioneros?
La trayectoria de Llermanos es tan sinuosa como la de Canicoba.
Se hizo conocido como juez federal de Lomas de Zamora.
Le mentaban “el juez de la muzzarella”.
Se suponía que era implacable con los negocios de a los que le encontraba el más mínimo problema bromatológico.
Hace años ya, Llermanos dejó el cargo en medio de acusaciones de empresarios, quienes parecían dispuestos a denunciar turbios manejos del juez, por afuera del expediente propiamente dicho.
Igual que Canicoba.
Todavía hay empresarios que recuerdan al juez de la muzzarrella con resquemor.
Qué porquería de gente.
Y encima salen por televisión, dando cátedra y levantando el dedo.