El presidente le dijo ayer al Financial Times que no cree “en los planes económicos.” Hubiera sido bueno preguntarle: “¿Y en que cree?”. Al periodista del diario británico le respondió que cree en “metas que podamos establecer nosotros mismos para que la economía pueda funcionar para alcanzarlas”. ¿Pero qué significa eso exactamente? Ya bastante difícil es saber que piensa Alberto Fernández sobre cuestiones tan serias como Venezuela, el Memorándum de Entendimiento con Irán, el funcionamiento de la justicia y las políticas tributarias.
Si su propuesta solo consiste en decir que se propone alcanzar las metas a las que llegó Néstor Kirchner durante su primera presidencia alguien le debería decir que hoy el contexto lo hace imposible. Que ya no hay viento de cola ni el precio de la tonelada de la soja a valores records ni superávit fiscal ni comercial ni tipo de cambio estable ni nada bueno que se le parezca. El actual Presidente fue uno de los primeros seguidores de Domingo Felipe Cavallo. Hasta hace poco, intentó convencer a Roberto Lavagna para que se convierta en su superministro de Economía. En un momento pareció que su hombre iba a ser Martín Redrado, pero ese nombre fue vetado por Cristina Fernández, igual que el de muchos otros que iban a integrar el primer gabinete de Alberto Fernández.
Al final nominó a Martín Guzmán y, apuntalado por sus propios votos, intentó legitimarlo y darle un espaldarazo definitivo. Y ya que estamos preguntando ¿qué piensa Martín Guzmán sobre cuestiones de la economía real? Cuando todavía no terminó de cerrar el acuerdo con los acreedores privados, muchos le achacan ser un académico, todavía enamorado sobre su propia tesis apropósito de lo que habría que hacer con la deuda. No es bueno vanagloriarse de no tener un plan económico. Y menos en un país como la Argentina, cuya economía transita la recesión con inflación más larga y profunda del mundo, con excepción de la de Venezuela. La palabra de un jefe de Estado tiene casi fuerza de ley, pero si se la usa tan mal, de manera poco responsable, va a terminar afectando la vida de todos los argentinos.