Juntos por el Cambio discute ahora los límites que le quiere poner a la prepotencia del gobierno. Es decir: los límites a la vicepresidenta Cristina Fernández, a Máximo Kirchner y al presidente, si es necesario, también. Si lo que anuncian en privado no es jueguito para la tribuna, es probable que los diputados Mario Negri y Cristian Ritondo y el senador Naidenoff se planten y no renueven el compromiso de seguir con las sesiones virtuales del Parlamento.
Dicen que intentaron consensuar por las buenas, pero el corte de micrófono de Cristina Fernández al senador Esteban Bullrich y el discurso de cierre de Máximo Kirchner para la media sanción del proyecto de moratoria los terminaron de convencer. A los referentes legislativos de Juntos por el Cambio ya les cayó la ficha de cómo construye el hijo de la vicepresidenta su carrera política: con los discursos de cierre de cada proyecto de ley. El diputado Kirchner no da puntada sin hilo. El viernes, en vez de hablar de cómo beneficia la moratoria a Cristóbal López, instaló como tema central el viaje de Mauricio Macri a Europa.
Más allá de lo inoportuno que se puede considerar el viaje del expresidente, Máximo, que es Kirchner, lo usó como cortina de humo, para meterlo en la agenda pública. Lo mismo hizo su madre con los tuits contra Horacio Rodríguez Larreta. Se trata de pequeña jugarreta de marketing político. Ni más ni menos. Hoy se reinicia el juicio por la obra pública, y el nombre de Cristina Fernández aparecerá, por enésima vez, ligado a los negocios sucios y la corrupción.
Rodríguez Larreta también parece haber aprendido la lección. Nunca aparecerá en público respondiendo los ataques de Cristina o del gobernador Axel Kicillof. Pero ya no le hará ni un solo guiño a Alberto Fernández, porque ahora entendió que hace de policía bueno, mientras la vicepresidenta intenta esmerilarlo cada día un poquito más.
Columna de Luis Majul en CNN Radio