De espaldas al banderazo del 17 A, la vicepresidenta y el presidente están tratando de imponer la reforma casi a las trompadas. Cristina Fernández y el resto de los senadores oficialistas acaban de desobedecer el fallo de una jueza; en el Consejo de la Magistratura pretenden desplazar de prepo al Procurador Eduardo Casal y a otro fiscal que les molesta.
Como si esto fuera poco, la Cámara Alta avanza con la reforma propiamente dicha pasando por encima de la minoría y de una buena parte de la sociedad, que la rechaza porque tiene un solo objetivo: la impunidad de la ex presidenta. La reforma nació viciada, porque desde el principio se le notaron los hilos. Y porque la vicepresidenta impuso en la comisión de asesora a Carlos Beraldi, su abogado defensor de Cristóbal López, uno de los hombres de negocios más sospechados de la Argentina.
El domingo que viene, en un programa especial de La Cornisa, si no pasa nada raro, vamos a mostrar como Beraldi participó de una presunta asociación ilícita para el armado de causas que incluyó el espionaje ilegal, pero por parte de conspicuas figuras del kirchnerismo. Están jugando con fuego. Están pasando todos los límites. Al Presidente, quien prometió que venía para otra cosa muy distinta, se lo están llevando puesto también. No se puede esperar nada bueno de lo que siga en los próximos días.
Columna de Luis Majul en CNN Radio