Lo que está haciendo el gobierno más allá de la gestión frente al COVID-19, es un verdadero escándalo. No tiene tanto impacto negativo, todavía, porque la pandemia todavía ocupa gran parte de la atención de la mayoría de los argentinos.

La violación de Alberto Fernández de la confidencialidad del contenido de una conversación con el ex presidente Mauricio Macri, ofreciendo una versión sesgada; la presión de la AFIP sobre los técnicos que asisten a la justicia en la Causa de los Cuadernos de la Corrupción; el DNU inconsulto para declarar servicios esenciales a los de telecomunicaciones; el intento de la vicepresidenta Cristina Fernández de cargarse a cada uno de los fiscales y jueces que fallaron en contra de lo que ella desea y la insistencia de recordar la herencia del gobierno anterior frente a errática gestión económica, ya está siendo percibido por la mayoría de la sociedad como un verdadero desastre. Para colmo, el armado de causas contra fiscales, jueces y periodistas como estrategia para lograr la impunidad y la venganza se está empezando a hacer una costumbre, y estaría generado la primera grieta dentro del equipo de defensores de Cristina.

Están los que sostienen que para probar su inocencia no se necesita cometer delitos tan graves como los que se les adjudican a ella y los que insisten con el “vamos por todo, y no importan los medios sino los fines.” Por eso, cuando la pandemia sea un mal recuerdo, la imagen y los votos del Jefe de Estado y la mayoría de los dirigentes del Frente de Todos caerían en picada, sostienen los analistas que ven más allá de las encuestas del día a día. Habrá más informaciones para este boletín.