Oscar Parrilli es Cristina. Mejor dicho, la versión sumisa y un tanto rústica de ella, como todos pudimos comprobar al escuchar y leer sus diálogos con la ex presidenta. Pero además, Parrilli, si se lo escucha y se lo lee ahora mismo, no parece nada serio.

Como si el intento de reforma judicial que pretende incorporar cientos de Oyarbides y de Canicobas a Comodoro Py fuese un juego o un reallity show, Parrilli, ayer, el defender la reforma, pidió quitar la cláusula que él mismo quiso imponer contra los medios.

“El objetivo que tuvimos sirvió. Porque salieron todos: los grupos mediáticos y los políticos que son voceros de ellos”, argumentó. Pero enseguida, pareció burlarse de una buena parte de la opinión pública al chicanear: “Se tragaron el anzuelo, la línea, la caña, todo”. ¿A qué está jugando Parrilli? ¿No le queda demasiado grande el traje de representante de Neuquén en el Senado? El solo hecho de pensar que un irresponsable como este manejó la Agencia Federal de Inteligencia y es el principal ariete para el armado de causas que tienen como objetivo acusar a personas inocentes y al mismo tiempo lograr la impunidad de la vicepresidenta, estremece. Dios o quien sea nos libre a los argentinos de más dirigentes como Parrilli.

Columna de Luis Majul en CNN Radio