El oficialismo y la oposición estuvieron a punto de ponerse de acuerdo para debatir en Diputados. Hasta que Máximo Kirchner se ausentó por unos minutos, atendió el teléfono y volvió con la orden de romper cualquier acuerdo. ¿Adivinen quién llamó? Esto lo escribió hoy Carlos Pagni en La Nación, y fue ratificado por dos fuentes con las que hablé, antes de escribir este comentario. La vicepresidenta no solo bombardeó cualquier intento de diálogo. Además volvió a cargar públicamente contra Horacio Rodríguez Larreta, y le aconsejó al presidente que haga lo mismo, aunque Alberto Fernández no parece estar del todo convencido.

La furia de Cristina, a la que los analistas políticos clásicos llaman con elegancia “apuesta a la polarización”, terminó de arrastrar también a Sergio Massa, quien aparece encerrado en un laberinto con doble trampa: la de la vice por arriba y la de su hijo por abajo. A Cristina le conviene el caos y el ruido, porque necesita poner patas para arriba todo el sistema judicial, para evitar la condena. Es el mismo juego “suicida” que juegan Cristóbal López y Pablo Moyano, ambos muy complicados en diferentes causas judiciales, de las que no terminan de zafar. Detrás de Cristina, Cristóbal y “El Salvaje”-como sostiene Bebote Alvarez que le dicen al mayor de los hijos de Hugo Moyano- están algunos empresarios multimillonarios y procesados en la Causa de los Cuadernos, con la misma necesidad de evitar la condena judicial y también la social. Lo triste es que el país anda a los tumbos por culpa de los intereses personales de un puñado de personas con demasiado poder. Habrá más informaciones para este boletín.

Columna de Luis Majul en CNN Radio