El método para evitar que la vicepresidenta se lleve el mundo por delante no puede ser una suerte de escrache en los domicilios de los miembros de la Corte Suprema de Justicia. Las intenciones finales pueden ser buenas, pero si se avanza desde el punto de vista físico, los que dicen defender la República se transforman en lo que no quieren para sus hijos: autoritarios que buscan imponer sus ideas de cualquier manera.
La movilización ciudadana, hasta ahora, se ha mostrado efectiva. Incluso, en el medio de la pandemia. Con barbijo y distanciamiento social. Sin entrar en provocaciones. La convocatoria a actos a través de redes sociales y el uso de la tecnología como un enorme archivo de la memoria sirve, incluso, para enriquecer el debate. Sin embargo, no habría que embriagarse del poder de esta nueva militancia. Tampoco se debería publicar la dirección de nadie. Si de verdad, lo que se quiere, es evitar las decisiones autoritarias, e impedir que Cristina Fernández imponga su agenda personal y destructiva, lo más sano es hacerlo con pleno respeto del sistema democrático, y no en el límite de la ley. La cristinización del gobierno parece hacer justificable cualquier reacción, pero no hay que caer en la trampa. La mejor manera para evitar el desastre, no solo del sistema republicano sino de la economía, en general, es poniendo en evidencia las malas acciones que el oficialismo está impulsando. Y, para canalizar la energía de la protesta, sumarse a los partidos políticos, competir y eventualmente ganar en elecciones libres. Para eso falta menos de un año.
columna de Luis Majul en CNN Radio