Hoy, la Corte Suprema empezará a tomar una decisión transcendental: la de poner límites o no a la pretensión de la vicepresidenta Cristina Fernández de colonizar, de hecho, todo el sistema judicial. Aunque la mayoría de los cinco jueces terminen decidiendo tirar la pelota afuera, o ponerla debajo de la suela, como escribió hoy Claudio Savoia, tarde o temprano, se verán obligados a decidir.
Ricardo Lorenzenti, Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda tienen un gran problema entre sus manos. Ellos aprobaron, en su momento, los traslados que el Senado de Cristina ahora pretende considerar nulos. ¿Qué harán el presidente Carlos Rosenkranzt y Elena Highton de Nolasco? Todo, por ahora, es incierto. Mientras tanto, los abogados que defienden a los procesados en los Cuadernos de la corrupción esperan que dos jueces de la Cámara de Casación, Mariano Borinsky y Gustavo Hornos, dictaminen la nulidad del testimonio de los arrepentidos. Se descuenta que Hornos los dará como válidos. La decisión de Borinsky es, también, una incógnita. Algunos creen que está siendo permeable a las presiones del oficialismo de turno. Otros entienden que siempre dictamina de acuerdo a su real saber y entender. Los arrepentidos firmaron sus confesiones con sus abogados al lado. Pero hoy todos los magistrados están bajo sospecha. Una vez más, Cristina lo hizo. Y Alberto la justifica. Por eso, entre otras cosas, el Presidente viene perdiendo votos a una velocidad inusitada.
Columna de Luis Majul en CNN Radio