En una de sus más recordadas frases de cabecera, el expresidente Eduardo Duhalde dijo: “los argentinos estamos condenados al éxito”. Bien intencionado pero chauvinista, sostenía que no había manera, de destruir a este país tan rico. Parece que sí. Setenta años de políticas erradas, y desde la restauración democrática, 37 del peronismo, interrumpido por tres gobiernos no peronistas, que tampoco pudieron, y a los que el peronismo les hizo la vida imposible, dieron como resultado uno de los países con más pobreza en el mundo: casi 19 millones sobre un total de 45 millones de habitantes.

Alberto Fernández, quien después de nueve meses de gestión, dedica buena parte de su tiempo a responder los pedidos de Cristina, argumentó que sin la ayuda del gobierno, habría todavía más.

Pero los economistas que siguen la realidad de los números, sostienen que desde que el Frente de Todos se hizo cargo, la inversión privada y la destrucción del empleo se derrumbó, y siguen en caída libre.

¿Son o se hacen? El impuesto a los grandes patrimonios, el brutal incremento del impuesto a las ganancias, la cuarentena eterna, y el coqueteo con la idea de que la propiedad privada no sería tan privada, son el insumo perfecto para fabricar más pobres, y ahuyentar al sector productivo.

Máximo Kirchner se quejó de los medios que alientan el éxodo masivo de argentinos. Debería mirarse más al espejo. El que alienta la fuga de argentinos, entre otros, es él mismo, y la organización que preside con su retorcida mirada sobre la realidad.

Columna de Luis Majul en CNN Radio