No hay que ser muy despabilado para adivinar quienes hablan por Cristina. Hebe de Bonafini, Juan Grabois, Alicia Castro y el propio Carlos Raimundi, en el caso de la posición sobre Venezuela representan, con algunos matices, la voz de la vicepresidenta. Y el periodista ultra-k Roberto Navarro, también. Lo reconoció la propia Cristina en una de las escuchas legales. “Es uno de los nuestros”, le recordó a su mayordomo político, Oscar Parrilli.

Ahora Navarro, acaba de pedir, como si fuera el líder de la oposición, un cambio de gabinete urgente. Recién se dio cuenta que la política económica y la estrategia frente a la suba del dólar fracasaron, y mal. Parece que la vicepresidenta y La Cámpora se preparan para copar otro gran pedazo de la administración, de cara al año electoral, en el medio de la pandemia y la sangría de votos del Frente de Todos. Más poder, como si tuvieran poco. Más dinero para la campaña, mientras la pobreza y la desocupación crecen cada vez más. Si fueran sinceros y honestos, desde el punto de vista intelectual y político, deberían reconocer que lo que afecta a la administración es la delirante y caprichosa agenda de Cristina, además de la impericia de muchos de sus ministros.

¿No será el momento de fundar algo parecido al albertismo, o una fuerza interna capaz de compensar semejante desequlibrio? ¿Y que papel va a jugar Sergio Massa, cuya diferenciación es cada vez más ostensible? Este fin de semana, Martín Redrado se reunirá con los enviados del Fondo Monetario Internacional. ¿Podría ser indultado por Cristina, para esta nueva etapa que muchos, dentro y fuera del gobierno, dan por concluida? Redrado, igual que Roberto Lavagna, consideran que para asumir, se necesita tener el control total de la economía, y un respaldo político sin fisuras. ¿Lo podrá obtener, en medio de semejante interna? Habrá más informaciones para este boletín.

Columna de Luis Majul en CNN Radio