Por más que el presidente lo repita hasta el hartazgo, él y Cristina Fernández no son lo mismo. Ni piensan igual. Ni persiguen los mismos intereses. Es más: cada vez que Alberto Fernández declara “somos lo mismo”, genera más desconfianza y resquemores, dentro y fuera del gobierno. Y todo el mundo se prepara para la próxima batalla en la interna de Palacio. Sus palabras tienen el mismo efecto que cuando dice: “no vamos a devaluar”. Los ahorristas escuchan lo contrario. Se preparan para lo peor. Pero el presidente y la vice no son iguales. Y nunca lo serán.

Tienen un acuerdo político que incluye el intento de impunidad de ella, que es muy distinto. Pero no plantean las mismas soluciones para la economía, ni para la justicia, ni para vincularse con la oposición. Que Cristina lo haya abducido, desde el punto de vista psicológico y político, tampoco los “iguala”. Lo perjudica a él, que es el que tiene que gobernar. Lo mimetiza con ella. Lo minimiza. Le resta volumen político. Le quita autoridad presidencial. Lo paraliza. Lo hace contradecirse cada cinco minutos. Y para colmo, cada mínimo de autonomía que hace Alberto, es pulverizado por la jefa política y los chicos grandes de La Cámpora, o figuras controvertidas que responden a ella, como Juan Grabois, Hebe de Bonafini, Roberto Navarro o Dady Brieva. La emancipación política del presidente no solo sería muy saludable para él mismo, sino también para el país que gobierna. Este fin de semana, un asesor del presidente me preguntó: “Ponele que empezamos a mostrar mayor autonomía. ¿Dónde creés que va a ir a parar el Frente de Todos?”. Le respondí con una anécdota que en su momento contó Eduardo Duhalde. Estaba el expresidente en una reunión política de unas 500 personas. Transcurría el año 2009. Duhalde entonces dijo, en referencia a Néstor Kirchner: “Hay que sacar al Loco”. Y un asistente le respondió: “Todo bien Duhalde. Pero fue usted el que lo puso. Es el que puso al loco es el que lo tiene que sacar”. Para eso, para neutralizar a Cristina Fernández, se necesita algo que en el peronismo escasea: coraje político.

Columna de Luis Majul en CNN radio