Así como en su momento el presidente pareció enamorarse de la cuarentena, ahora se aferra a la vacuna como si fuera la única solución para salir de la pandemia y de su caída de la imagen positiva. Tanto se enamoró de la cuarentena, que, en su entusiasmo, hizo una serie de comparaciones con países que antes estaban mal y hoy están mejor que la Argentina, como Noruega y Suecia, por citar solamente a dos.
Y como si esto fuera poco, en las últimas horas ingresamos al top ten de países con más muertos por millón de habitantes. La falsa grieta de vacuna si o vacuna no se está produciendo porque, a diferencia de lo que afirma el gobernador Axel Kicillof, el que está politizando el asunto es él, y no el periodismo o la oposición.
A pesar de todo, en la Argentina hay una larga tradición de confianza en las vacunas y los especialistas que las recomiendan y las aplican. Abrazado a un grupo de infectólogos que ni siquiera pusieron su firma para los consejos que daban, ahora, el presidente parece ignorar las prevenciones de la comunidad científica internacional, cuyos referentes más prestigiosos repiten, como un mantra, las siguientes afirmaciones sobre la aparición de la supuesta vacuna salvadora. A: ninguna, todavía, superó la fase tres de investigación. B: ninguna, todavía, podría estar disponible, para la mayoría de las personas, antes de marzo del año que viene. C: Todavía, no está claro, en ningún caso, si será completamente efectiva para prevenir o curar el virus. Y D: aún cuando se encuentra la vacuna más efectiva y exitosa, tendremos que seguir atados, en términos generales, a la nueva normalidad. Por lo demás, hablando de la vacuna rusa, habría que agregar que despierta enormes suspicacias el hecho de que el laboratorio argentino que ingresó el trámite en ANMAT para aprobar la vacuna haya sido HLB Pharma. El laboratorio está en convocatoria de acreedores. No tiene capacidad para producir semejante cantidad de vacunas. Sus contactos con el oficialismo despiertan sospechas.
Columna de Luis Majul en CNN Radio