Hoy será un día muy importante para Máximo Kirchner. El día en que empezará a construir su propio relato. Multimillonario, con dinero proveniente de presuntos actos de corrupción, va a intentar imponer el impuesto a los grandes patrimonios, como si de verdad le importara más que su propia fortuna, o su propia carrera política. Eligió, para que el proyecto sea discutido en el recinto, el día de la Militancia.
Pero lo impulsará, en medio de un brutal ajuste del gobierno que él integra, aunque no se quiera manchar. Un ajuste para todos y todas. Para los más ricos, la clase media, la media baja, los más pobres y también la clase pasiva, a la que le acaban de quitar por lo menos el 20 por ciento de sus ingresos, a lo que se debe sumar una reducción de por lo menos otros 10 por ciento, desde que su madre asumió. Acostumbrado a presentar las cosas de manera engañosa, hablará de los grupos concentrados, de Mauricio Macri, de la fuga de capitales por izquierda, mientras evitará pagar él mismo el impuesto a los grandes patrimonios, por derecha, aduciendo que la intervención judicial es la que debe hacerse cargo, ya que administra los bienes y los negocios de la familia. Los que responden a Máximo van construyendo, piedra por piedra, la caprichosa narrativa para transformarlo en presidente. Que es un hombre sencillo, muy austero, muy maduro y nada ostentoso, con el que se puede hablar sin levantar la voz. Que es más moderado y centrado que su madre. Que no tiene problema en sentarse con nadie. Es decir: todo lo contrario a lo que muestra en sus discursos, más maniqueístas y demagogos que los de su mamá y su papá juntos. Y todo lo opuesto a lo que realmente sería: una persona vengativa y resentida, que manda a perseguir a opositores, empresarios y periodistas, pero tratando de no dejar ninguna marca, como lo hacía el expresidente Néstor Kirchner. Por el bien del país, no habría que subestimarlo: hace rato que dejo de jugar a la play y empezó a jugar, como dijo el mismo en su discurso sobre la pandemia, con cosas que no tienen repuesto, como la vida de los argentinos.