En los últimos días las comparaciones sobre Alberto Fernández fueron múltiples. El expresidente Eduardo Duhalde, por ejemplo, lo comparó con Fernando De la Rúa. Pero, a mi entender, el esmerilamiento de Cristina Fernández está llevando al presidente a parecerse, cada vez más, a Daniel Scioli. El ex gobernador de la provincia de Buenos Aires fue hostigado, de manera persistente, y sin pausa, desde 2003, cuando asumió la vicepresidencia, hasta el último minuto de la elección de 2015, cuando perdió, como candidato a presidente, contra Macri.

Cristina y los chicos grandes de la Cámpora, entonces, se infringieron una derrota a sí mismos. Y ahora parecen transitar por el mismo camino. Con el último micro golpe institucional, el de cambiar en cinco minutos la fórmula de ajuste de las jubilaciones, Cristina terminó de abortar el pequeño repunte en las encuestas Alberto venía festejando, junto con el alivio de no tener que soportar su hostigamiento diario. Es que Cristina y Máximo Kirchner son como el perro del hortelano. No comen, o no pueden comer, porque su nivel de rechazo impide que asuman el poder formal, pero no dejan que nadie lo asuma, porque su naturaleza mezquina se los impide. Así les va.

Columna de Luis Majul en CNN Radio