Ciertos sindicalistas que dicen representar a todos los maestros, pero hablan solo por algunos, no aprenden más. Son unos verdaderos “maleducados”.
Voy a mencionar a tres con nombre y apellido: Roberto Baradel, titular del Sindicato de Trabajadores Unificados de Buenos Aires (SUTEBA), Eduardo López, de la Unión de Trabajadores de la Educación de la Ciudad y Hugo Yasky, diputado nacional y exsecretario de CTERA.
¿Por qué digo que no aprenden más?
Porque siempre aparecen más preocupados en las cuestiones del poder político que en la educación de los niños y adolescentes. Ponen más energía en la interna del PJ que en las mejoras generales de los maestros a los que dicen defender.
Baradel es un caso para analizar. No solo agitó un supuesto atentado contra una maestra que había mentido. La que, en apariencia, se había escrito ella misma “Ollas no”. Además, siempre subordinó su pertenencia partidaria a cualquier decisión gremial. Para decirlo sin vueltas: siempre se puso muy exigente con los enemigos de Cristina, como Daniel Scioli o María Eugenia Vidal, pero a los amigos, como Axel Kicillof, les perdona casi todo. Incluso el atraso salarial y la falta de garantías para volver a trabajar de manera presencial.
López y Yasky piensan igual. Tienen la misma cabeza. Para ellos, capacitación es una mala palabra, la no dudan en manipular los contenidos pedagógicos incorporando en los programas de estudio a las figuras de Perón, Evita, Néstor y Cristina. Cerrados como son, jamás van a reconocer que el éxodo de alumnos desde la escuela pública hacia las privadas de cuotas más bajas y las parroquiales se debe, en parte, a su maldita costumbre de hacer paros por cualquier cosa.
En las antípodas del pensamiento crítico y la diversidad de ideas, estos sindicalistas que se auto perciben maestros son autoritarios, defensores del relato único y la obediencia debida a sus jefes partidarios y sus referentes políticos.
Tercos e incapaces de escuchar, no querían abrir las puertas de las escuelas.
Ahora el gobierno, preocupado por las encuestas, les acaba de ordenar a los Baradel, los López y los Yasky que no se opongan al regreso de las clases presenciales, porque eso los puede afectar en las próximas elecciones.
Entonces estos maestros de mentirita, que hasta hace cinco minutos solo abrían la boca para criticar al jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, enrollaron las banderas, hicieron un giro en el discurso de 180 y aquí no ha pasado nada.
Los acuso de deshonestidad intelectual, y los responsabilizo, en parte, por la decadencia del sistema educativo.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia