La del vacunatorio para los inoculados VIP es la crisis más grave del gobierno desde que Alberto asumió. Por lo demás, esto recién empieza. Y todavía hay muchas preguntas sin responder. Aquí van algunas. ¿CFK podía no saberlo? ¿Máximo no desconocía? ¿La Cámpora no lo sabía? ¿Y el gobernador Axel Kicillof? Así que, de repente, aparecen 100 pibes de 18 años festejando que se acaban de dar la vacuna y resulta que ahora nadie sabe nada sobre el vacunatorio del poder?

Es más: la flamante ministra, Carla Vizotti ¿Tampoco no lo sabía? Difícil de creer ¿no? Si Vizotti era, por su cargo, la responsable más directa del plan de vacunación. ¿Y Alberto? ¿Alberto podía ignorarlo? Porque si uno lo escucha a Eduardo Valdés parecería que no. Que no podía no estar al tanto. Porque Valdés dijo, y lo sigue repitiendo, que lo mandaron a vacunarse desde Presidencia para viajar a México. Es cierto que el amanuense del Papa siempre fue un cachivache. (Véase específicamente el Operativo Puf). Pero ¿está diciendo la verdad o está queriendo perjudicar a su amigo presidente, porque lo bajó del avión a México? Ahora parece que Ginés no quiere caer solo. Que pretende llevarse con él a más de un alto funcionario de gobierno. Entonces pensemos juntos. ¿Se pudo haber cortado sin consultar a nadie? ¿Pudo haber acaparado 3 mil dosis para los amigos, parientes e influencer kirchneristas y se mandó solito, por su cuenta, y sin avisar, por ejemplo, a su superior directo, el jefe de gabinete? Un ante-último párrafo merece Horacio Verbistsky. Hace tiempo que El Perro había dejado de ejercer el periodismo como se debe. Pero ahora el título de su nueva biografía podría ser: De fiscal de la República a ventajero del poder. Tan soberbio siempre fue, tan cómodo se sintió siempre en el rol de fiscal de la República, tan ensoberbecido con el perfume del poder estaba, que de un día para el otro terminó tomando, de un solo trago, algo de la propia medicina que suministró a diestra y siniestra a sus “enemigos”. Solo que, en este caso, los periodistas no inventamos ni manipulamos información sobre su conducta. Es decir: todo lo contrario de lo que Horacio lo viene haciendo desde hace años. Lo mostramos tal cuál es: un pequeño hombre que usa su enorme influencia para quitarle una dosis a otra persona que, probablemente, ahora, esté agonizando por no poder haber sido inoculada. Y el último párrafo es para Máximo Kirchner, quien, para defender la cuarentena eterna, se presentó a sí mismo como la vida, y a la oposición que la criticaba el encierro como la muerte. Señor diputado nacional, hijo de Cristina Fernández: este episodio puso de manifiesto, como ningún otro, que ustedes se creen los dueños de todo. De las vacunas, del Estado, del parlamento, de la justicia, de la educación y hasta de la salud. También reveló que, más allá del humo que vende, lo único que les importa de verdad es acumular cada vez más poder, y darle un uso cada vez más egoísta y más mezquino.

Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia