En las últimas horas el presidente recibió una serie de malas noticias, pero Cristina Fernández se topó con otras, pésimas, casi irremontables. Ambos, en la mayoría de las encuestas, son considerados responsables por la creación de vacunatorios vip y la distribución de dosis para los amigos y protegidos. Pero la vicepresidenta tiene un motivo adicional como para preocuparse, y mucho: dos de los tres jueces que ayer dieron su veredicto en la causa denominada ruta del dinero k, no solo creen que Lázaro lavó casi 60 millones de dólares; además consideran que Báez obtuvo el dinero de los negocios de la corrupción.

Para que se entienda mejor: de las obras de Vialidad que le fueron otorgadas por Néstor Kirchner y Cristina Fernández de manera discrecional, para luego repartirse el botín. En efecto, aunque los fundamentos se conocerán dentro de un mes, es muy difícil que Néstor Costabael y Adriana Palliotti vuelvan sobre sus pasos. Porque ayer ellos dieron a entender, al aplicar la condena a Báez y sus hijos, que basaban su decisión en ese delito precedente, y no tanto en la maniobras de evasión a través del uso de facturas truchas, como la justicia probó en otra causa, y en distintas instancias. Ella está en el peor de los mundos porque este falló, seguramente, será utilizado para probar que, además, Cristina Fernández es la jefa de una organización criminal diseñada para robarle al Estado, el delito que se le imputa en el juicio oral denominado obra pública oVialidad. Y como si esto fuera poco, activará el expediente que más preocupa a la ex presidenta, porque también están procesados sus hijos, Máximo y Florencia Kirchner: el juicio denominado Los Sauces y Hotesur. En esta causa se investiga si los empresarios kirchneristas, Lázaro Báez y Cristobal López, en efecto, devolvieron a Néstor y Cristina, a manera de retorno o de coima, miles de dólares, en agradecimiento por los negocios que les fueron otorgando a través de los años. En el caso de Lázaro, con el pago de cifras exorbitantes en concepto de alquiler por habitaciones del Hotel Alto Calafate, que casi nunca estaban ocupadas de verdad. Y en el de López, por el abono del alquiler de departamentos que triplicaban el precio de mercado. Cuando todavía Alberto no se termina de recuperar por el impacto del escándalo de las vacunas contra el COVID-19 que se pusieron desde Horacio Verbitsky hasta Carlos Zannini pero que les correspondían a los trabadores de la salud y los adultos mayores, ahora tendrá que soportar una nueva embestida de su compañera de fórmula. Quiénes la conocen dicen que pudo haber pasado, en su casa de El Calafate, uno de los peores fines de semana de su vida política. Los últimos hechos le terminaron de confirmar sus dos peores presagios: el presidente no puede garantizarle su impunidad, y, además, los jueces no van a borrar con el codo lo que escribieron con la mano, aunque el Frente de Todos haya ganado las últimas elecciones y hoy esté gobernando el país.

Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia