Nuestro país continuará siendo inviable mientras se siga imponiendo la lógica de sindicalistas como Pablo y Hugo Moyano. Patoteros, antidemocráticos, ladrones de vacunas, imputados y procesados en múltiples delitos de corrupción, los Moyano acaban de amargarle la vida a un emprendedor que no puede abrir su parque industrial, en Villa Adelina, desde hace seis días, porque Camioneros no deja entrar ni salir a ningún vehículo, debido al conflicto que mantiene con una de las 28 empresas que está instalada en el predio.

El parque se denomina Ader y tiene 4.000 metros cuadrados. El empresario se llama Bernardo Fernández. Ayer, Bernardo contó entre lágrimas de impotencia que su hija, después de verlo por televisión, lo llamó desde Nueva Zelanda, donde está radicada, para pedirle que deje todo y se vaya de la Argentina. Que se vaya a vivir con ella. Conozco parte de su historia porque me la contó mi cuñado, que jugaba al rugby con él, en Los Cedros, y parece tan amargado como su ex compañero, porque no le entra en la cabeza que la Argentina castigue tanto a quienes producen y dan trabajo y premie a estos prepotentes de cuarta categoría. Impresentables que se disfrazan de defensores de los trabajadores para enriquecerse y usan a la violencia como método para lograr sus propósitos.

El otro Fernández, el presidente, condicionado como está por Cristina y una buena parte del peronismo, calificó a Moyano de dirigente ejemplar, cuando en el fondo, lo que tendría que hacer, es llamar a Bernardo Fernández, pedirle disculpas en nombre de todos los argentinos y pedirle que no se vaya a vivir con su hija. El fiscal que lleva la causa, de apellido Musso, ordenó ayer a los patoteros de Moyano desalojar el predio, pero el juez de garantías de San Isidro del juzgado número 4, Gustavo Rossignoli, se lo impidió, con un argumento infantil. Marcos Galperín, uno de los dueños de Mercado Libre, la empresa argentina que más riqueza y más trabajo genera, se fue a vivir a Uruguay, por culpa de tipos como Moyano. Miles de otros argentinos se están yendo, por las mismas razones.


No se que pensás sobre el tema, pero yo no le pienso regalar el país donde nací, crecí, formé una familia y sigo trabajando ni a los Moyano, ni a Cristina, ni a su hijo, ni a Juan Grabois ni a nadie que pretenda imponer sus ideas de prepo y por la fuerza. Yo no les tengo miedo. Voy a exponerlos cada vez que pueda, porque ese es mi trabajo y si no lo cumpliera no podría levantarme a la mañana y mirarme al espejo. Por ahora acordate de este nombre de este apellido y de este cargo, Esteban Romagnoli, juez de garantía. Ojalá le inicien un juicio político por la decisión que acaba de tomar.

Columna de Luis Majul en radio Rivadavia