Después de un año y dos meses de gestión, no solo está claro que -como diría la vicepresidenta- hay “funcionarios que no funcionan”. Además parece obvio algo todavía más grave: que el acuerdo político entre Alberto y Cristina no va ni para atrás ni para adelante. Que el Frente de Todos es solo una gran excusa para que el peronismo se dispute los espacios de poder.
También parece obvio que, si el gobierno insiste en ir por el mismo camino, se va a dar una piña, como diría Carlos Melconián. Y no solo se va a dar una enorme piña el gobierno, sino la gran mayoría de los argentinos.
Por eso, a horas de la apertura de sesiones ordinarias de este año, y cuando los amigos del presidente anticiparon que tratará de instalar la idea de “borrón y cuenta nueva” no estaría mal hacerse la siguientes preguntas, aunque suene inquietantes: ¿Qué pasaría si Alberto dejara de obedecer y agachar la cabeza frente a las embestidas de Cristina, la enfrentara, y empezara a hacer las cosas que realmente piensa? ¿Qué pasaría si dejara de tomar decisiones solo para complacer a su compañera de fórmula? ¿Qué pasaría si pidiera a los argentinos su apoyo para denunciarla y enfrentarla? ¿Qué pasaría si la mandara a “la miércoles”? ¿Si se la sacara, literalmente, de encima? ¿Qué sucedería si, en vez de atacar a los fiscales, los jueces y la oposición, alentara la investigación de las causas en la que su vice está procesada? ¿Qué pasaría si, en vez de denunciar apropiaciones como la de Vicentín, apoyara al sector productivo? Sé que muchos van a decir que esto es imposible. Que, en el fondo, Alberto y Cristina son lo mismo. Qué Fernández devaluó el valor de la palabra presidencial hasta casi vaciarla de contenido. Que después del vacuna gate y la condena a Lázaro Báez por la ruta del dinero k, el kirchnerismo en particular y el peronismo en general, ya no tienen retorno. ¿Pero te pusiste a pensar qué pasaría si un día el presidente se levantara a la mañana, y empezara a ejercer el poder, sin los condicionamientos y amenazas de Cristina, Máximo, Moyano, y personajes marginales pero muy dañinos como Juan Grabois y Hebe de Bonafini?. Ojalá Fernández se lo empiece a plantear de una buena vez. Porque todavía le faltan casi tres años de mandato y nada parece indicar que su administración vaya a mejorar. En ningún sentido: ni el político, ni el económico, ni el ético, ni el moral. Y ya que estamos, en tren de imaginar, ya que está, el nuevo Fernández, el liberado, le podría pedir la renuncia al inmoral de Carlos Zannni y a la flamante ministra Carla Vizzotti, e impulsar el abandono de las bancas de Eduardo Valdéz y Jorge Taiana. Eso sí que sería un buen comienzo para el cambio de rumbo necesario.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia