¿Qué les pasa Cristina y a Alberto? ¿Cómo se les ocurre que alguien va a apoyar, más allá del núcleo duro, una comisión bicameral inquisidora, para apretar, amedrentar y perseguir a fiscales, jueces y camaritas? ¿Para qué se supone que existe un funciona el Consejo de la Magistratura, sino? ¿Es acaso el ministro del Interior, Wado De Pedro, un juez de jueces para amenazar con un “o cambian o se van”, poniendo como argumento el crecimiento de los femicidios?
¿No debería preocuparse más bien, por el nulo impacto que tiene en las políticas contra el femicidio el ministerio de la mujer, a pesar de que su presupuesto aumentó 13 veces con respecto al de 2019? ¿Qué le pasa a Cristina? ¿Tan desesperada está para lograr su impunidad que manda a uno de sus hombres menos presentables, su mayordomo político, Oscar Parrilli, a defender su iniciativa? Por supuesto que no deberían sorprender los antojadizos argumentos de Graziana Peñafort o del ex cortesano Raúl Eugenio Zafaroni pero ¿Y Alberto? ¿Cómo se va a parar frente a los alumnos de la cátedra de derecho de la UBA después de demostrar que de derecho y de división de poderes parece no tener la más mínima idea? Hay en la Argentina, unos cientos, para no hablar de miles de fiscales, jueces y camaristas que no están dispuestos a someterse a ningún apriete del poder político. La prosecución de la media docena de causas por corrupción que ni Cristina ni Alberto pudieron hacer que se desvanecieran son la prueba mas rotunda. Cuando asumió la nueva fórmula, nosotros insistimos que la victoria electoral no les daría fueros. Ni les serviría para evitar una presunta condena a la vicepresidenta. Cada día que pasa ese desacople está más claro. La desesperación de Cristina explica esta embestida. Hace tiempo que la expresidenta corre contra el tiempo con muy pocas, por no decir nulas, posibilidades de ganar. Por su parte, Alberto acaba de desperdiciar, la última oportunidad de diferenciarse y acumular poder propio.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia