Los cerebros del gobierno nacional que se la pasan mirando encuestas empezaron a detectar una importante caída en la imagen de Cristina Fernández y un incipiente crecimiento en la de Mauricio Macri a nivel nacional. La tendencia era muy suave antes de la tragedia de Once pero se hizo más evidente después, cuando la Presidenta lo retó en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso y el jefe de Gobierno le respondió que sus ministros le daban datos falsos. Ahora, ante la pregunta espontánea de a quién votaría para Presidente en 2015 que hace de manera habitual Poliarquía, Macri aparece por encima de Cristina Fernández, y Amado Boudou, cuya caída es la más notable de todas. Daniel Scioli, sin embargo, se mantiene en los mismos valores, y parece estar “a salvo” del bajón que vienen sufriendo las principales figuras del oficialismo. Los resultados actuales no tienen ningún valor, porque para el cambio de gobierno falta una eternidad. Sin embargo pusieron en alerta al reducido círculo que integran la jefa de Estado: el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini; el secretario de Inteligencia, Héctor Icazuraga; y el hijo de la presidenta, Máximo Kirchner.
El ataque a Macri y el intento de cesión de los subtes y colectivos apunta a tres objetivos: recuperar “caja”, hacer socio al jefe de Gobierno en los antipáticos aumentos de tarifas, desfinanciar a la Ciudad en 3 mil millones de pesos y así destruir su carrera hacia la presidencia. Para este año, Macri maneja un presupuesto de 33 mil millones de pesos. De ese total, más de 30 mil son utilizados para pagar los salarios y todos los gastos de la administración pública. Solo le queda poco más de 2.500 millones para hacer obras: desde las que tiene pendientes para terminar el canal aliviador del Maldonado hasta las del subte, pasando por las plazas, las veredas y las calles. La preocupación de los soldados de Cristina es que con ese bajo nivel de “autonomía presupuestaria” el jefe de Gobierno ha demostrado, según las encuestas que ellos mismos manejan, que su gestión, aunque no es brillante, puede satisfacer a la mayoría de los porteños.
Ese es el verdadero motivo por el que la Nación le quiere tirar al subte y los colectivos “por la cabeza”. Para hacerse cargo, sin tocar la tarifa, y sin los recursos que por ley le debería aportar el gobierno nacional, Macri debería desembolsar mil millones de pesos por cada transporte. A este ofensiva “desfinanciadora” hay que sumarle los 500 millones de pesos adicionales que la Ciudad debe pagar debido al quite de subsidios para la luz, el agua el gas y el Alumbrado, Barrido y Limpieza que dispuso el Poder Ejecutivo Nacional. “Somos el único distrito del país al que Cristina le quitó ese beneficio. Es evidente que nos quieren convertir en Daniel Scioli”, me dijo un alto funcionario del gobierno de la Ciudad. Para este funcionario, el gobernador de la provincia de Buenos Aires es un mero pagador de salarios públicos condicionado por la ayuda de la administración central para no entrar en quiebra, situación que lo transformaría en un rehén político de la presidenta Cristina Fernández. Macri cree que el retiro paulatino de los agentes de la Policía Federal de las escuelas, los hospitales y los subtes también responde, más que cualquier otra cosa, a la ofensiva “desfinanciadora” para herir de muerte su candidatura presidencial. “Cada mil nuevos policías de la Metropolitana significan 200 millones de pesos adicionales al año”, precisó. Los asesores de Macri creen que recién ahora su jefe tiene una comprensión cabal de por qué la presidenta lo ataca de manera tan frontal.
Ellos pronostican que el gobierno nacional irá perdiendo intención de voto a medida que la situación económica se vaya percibiendo menos favorable. Sus economistas le dicen que la Argentina “no va a chocar” pero que se está transformando en “un auto al que se le acaba la nafta”. Ellos están preocupados por el nivel de gasto público nacional al que consideran el más alto de la historia. También los aterra los cambios en la carta orgánica del Banco Central, porque le permitiría a la administración emitir 45 mil millones de pesos más, por encima de los que viene emitiendo año a año. Los técnicos del Banco Ciudad le terminaron de hacer entender a Macri que la preocupación por el “congelamiento” del tipo de cambio no es de los grandes operadores financieros sino de los trabajadores, profesionales y cuentapropistas. “De las 350 mil operaciones financieras que se hicieron durante 2011, 300 mil correspondieron a quienes compraron entre 800 y 2000 dólares en cada oportunidad” me confirmó.
Los economistas a los que consulta el ex presidente de Boca también están preocupados por las trabas para importar cualquier cosa. “Esto sirve para mejorar ahora mismo y solo un poco la balanza comercial, pero está afectado el crecimiento de le economía de manera ostensible”, afirmó. Además me invitaron a preguntar cómo le está yendo a los fabricantes de autos, al dueño de una ferretería y a un dentista. “La industria automoriz va a empezar a suspender operarios por falta de insumos y los dentistas que necesitan instrumental importado se lo piden a los amigos, pero esa situación no da para más”. Ahora el jefe de gobierno de la Ciudad desconfía de todo. Y está convencido de que las 11 horas de corte en la autopista Illia protagonizada por unos pocos vecinos de la Villa 31 estuvieron impulsadas y digitadas por funcionarios de Cristina Fernández, para hacerlo responsable por el caos de la Ciudad. “Las encuestas que tenemos demuestran que mayoría de los porteños ya sabe que el gobierno nacional toma iniciativas para embromar a Mauricio. Ahora solo falta que se entere, de a poco, el resto del país”, calculó uno de los ministros a los que Macri más escucha. Lo que todavía no pudo explicar es cómo piensa neutralizar la percepción injusta pero generalizada de que el jefe de Gobierno de la Ciudad no se quiere hacer cargo de casi nada.
Publicado en El Cronista