Ayer el Presidente dijo que no le gusta que se haga “política con la pandemia”. Se lo debía haber enrostrado a Máximo Kirchner, quien, apenas comenzó el desastre, citó a Joan Manuel Serrat para acusar a la oposición de “jugar con cosas que no tiene repuesto”.

Política con la pandemia hizo el ex ministro de salud, al guardarse 3000 dosis para los amigos y los vip, como Horacio Verbitsky el impresentable de Eduardo Valdés, el procurador del tesoro, Carlos Zannini, y su esposa, quienes además se hicieron pasar por trabajadores de la salud. A propósito ¿todavía no renunció Zannini? ¿todavía no renunció el ministro y ex intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi? Política, y de la mala política, con la pandemia, hizo la ministra de salud, Carla Vizzotti, quien vacunó a sus padres cuando no estaban en ningún protocolo. Política con la pandemia hace cristina, quien utiliza la emergencia, entre muchas otras cosas, para usar los fondos del senado a discreción, y sin rendir los gastos. Política con la pandemia, una vez más, hace el gobierno, cuando le llama de cualquier manera, y no por su nombre, al toque de queda que acaba de anunciar. Regirá desde las 0 horas hasta las 6 de la mañana en los distritos considerados de alto riesgo. Toque de queda es la prohibición de circular libremente por las calles de la ciudad por orden del gobierno, salvo excepciones de necesidad y urgencia. Pueden llamarlo como quieran, pero hasta mi mamá, que no suele quejase por nada, sabe de memoria que tuvieron que recurrir a una herramienta típica de regímenes autoritarios por su incapacidad para conseguir las vacunas suficientes. Y encima vacunan mal, porque es inadmisible que, excepto el personal de la salud, el resto de los argentinos reciban la segunda dosis de la Sputnik V después de los 21 días que indica el prospecto.

Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia