Dentro del gobierno se discute como cerrar todo, por cuánto tiempo y con qué objetivo. Hay quienes dicen que hoy mismo se anunciaría que a partir de este viernes, el que viene, se anunciaría un cierre total, que incluiría, por ejemplo, las escuelas, y que duraría hasta el otro domingo. Es decir: no el próximo domingo 18, sino el domingo 25 de abril. La aceleración de los contagios es el principal motivo.
Se acepta que ya circulan como mucha fuerza y velocidad, en muchas provincias de la Argentina, incluida la provincia de Buenos Aires y la ciudad, las variantes denominada de Manaos y de Inglaterra. Los expertos sostienen que son más contagiosas y más letales que la original. Que atacan a personas más jóvenes. Y que no habría otra manera de enfrentarlas que limitando la circulación, lo máximo que se pueda. Ayer se superaron las 27 mil casos. Se registró un número de 271 fallecidos. Se hicieron casi 88 mil testeos y el índice de positividad superó el 30 por ciento. También volvió a subir el número de ocupación de camas de terapia intensiva en el país y el área metropolitana de Buenos Aires. Ayer a la tarde entre el grupo de expertos se aconsejaba cerrar por zonas determinadas y levantar el confinamiento total con fecha previamente anticipada. Una suerte de la teoría de la danza y el martillo del ingeniero franco español Tomás Pueyo. La gran pregunta que todavía no tiene respuesta es cerrar para qué. Y con qué otras medidas, para que el nuevo cierre no sea en vano. Porque las vacunas todavía no llegaron, y ni siquiera hay un plan de contingencia para testear más y mejor. El gobierno está en el peor de los mundos: obligado a frenar la enorme segunda ola, y sin credibilidad ni fuerza política ni autoridad para hacerlo con éxito.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia