Hay, en el gobierno, otra interna silenciosa, más allá de los ataques de la vice Cristina Fernández al ministro de Economía, Martín Guzmán. Es la que enfrenta al presidente con Sergio Berni, el ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires siempre listo para visitar los programas de televisión, pero de una ineficiencia, pavorosa, a la hora de combatir la inseguridad y el narcotráfico.
Bendecido por Cristina, Berni, igual que el gobernador, Axel Kicillof, habla más de lo que hace. Los robos y homicidios en ocasión de robo y el narcotráfico no paran de crecer, pero el Rey del Chamuyo, como si no tuviera ya suficiente con su trabajo, se da el lujo de hablar sobre la pandemia y la economía, como si fuera un epidemiólogo, o supiera de números. El jefe de Estado lo tiene en la mira: por eso instruyó a la ministra de Seguridad de la Nacion, Sabrina Frederic, para que articule, directamente, con algunos intendentes del conurbano de Juntos por el Cambio, para que coordinen directamente la seguridad con las fuerzas federales, y que no presten atención a los intentos de Berni de inmiscuirse en sus territorios. A veces da para pensar si este gobierno no tiene vocación suicida. Con una inflación que no para de crecer, el tipo de cambio en equilibrio inestable y un aumento de la pobreza que no se detiene, Cristina se da el lujo de embestir contra el ministro de Economía, Martín Guzmán. Y lo mismo pasa con la inseguridad en el conurbano: en el pico de aumento de los casos, Berni se da el lujo de ocultar las estadísticas y gastar dinero para su campaña preelectoral. Aunque parezca mentira, el hombre se auto percibe como futuro gobernador de la provincia y tiene la fantasía incluso de transformarse en presidente de la Nación. Parece un chiste, pero él lo dice muy en serio.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia