En el medio de tanto ruido y angustia, dos personas muy distintas, aportaron claridad en las últimas horas de ayer. Una es, una vez más, el periodista Joaquín Morales Solá. Lo hizo al explicar con sencillez pero con altura, en su columna del diario La Nación, porqué el gobierno, con Alberto Fernández a la cabeza, quiere pasar por encima de la Constitución a través de una ley defectuosa y volver al “vamos por todo”.

El problema para la Argentina, en todo caso, es que Alberto lo quiere ya, sin más demora, y que le faltan apenas algunos votos en Diputados para conseguirlo. Se refiere, Joaquín, a la ley por la que el presidente pretende borrar de un plumazo la autonomía de la Ciudad y de las provincias para que el Poder Ejecutivo pueda imponer las clases virtuales cuando le parezca conveniente. Casi como una dictadura. El otro que aportó claridad sobre cómo es y lo que piensa es Carlos Zannini. El Procurador General del Tesoro, en declaraciones exclusivas, reveló que, lejos de reprocharle a Horacio Verbitsky el uso y abuso de su posición de poder para aplicarse una vacuna que no le correspondía, le reprochó su arrepentimiento por haberlo hecho. Dice Zannini que lo llamó y le dijo: “Vos sos una personalidad que necesita ser protegido por la sociedad”. Y parece que no se le cayó la cara de la vergüenza. En cambio, respecto a la vacuna que se “robó” él mismo, y que “robó” para su mujer, afirmó, ante un periodista, que se arrepentía de una sola cosa. “Me arrepiento de no haberme sacado la foto. Ni yo ni mi mujer hemos cometido ninguna violación de normas”. Está confirmado: Zannini vive en un mundo paralelo, que tiene una realidad paralela, con leyes y normas especiales, que rigen solo para él y sus amigos en el poder. ¿Y cómo explicó su censurable decisión? Así: “El problema surge de la falta de vacunas, no de quien se vacuna”. No más preguntas sobre el particular, señor juez. Zannini también demostró un nivel de alcahuetería política superior, incluso, al del senador Oscar Parrilli. Cuando el periodista le pidió una opinión sobre las afirmaciones de Cristina, quien había acusado a la Corte de haber dado un golpe institucional, Zannini respondió: “Cristina no necesita ser comentada”. Como si estuviera hablando de una deidad, alguien inmortal, por encima de todos y de todo.

Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia