Son los campeones de la simulación y la ventajita. Juegan a varias bandas, y a distintos deportes a la vez, pero sin respetar las reglas. Se trata de los principales dirigentes del Frente de Todos. Los mismos que, a través de la tramoya de mayo de 2019, la misma con la que lograron volver al poder, van en busca de un nuevo triunfo electoral; una victoria que les permita llevarse puesto todo. Ayer, lograron que la mesa directiva de Juntos por el Cambio, casi completa, se reuniera vía zoom, de urgencia, para tratar de evitar que el oficialismo imponga al jefe de los fiscales que pretende Cristina Fernández.
El temor es legítimo: si se aprueba el proyecto de ley tal cual lo plantea el Instituto Patria, los fiscales federales que responden al kirchnerismo empezarán a perseguir a dirigentes políticos, empresarios, dueños de medios y periodistas, y tendrán la facultad no solo para imputarlos, sino para acusarlos y condenarlos, por lo menos en una primera instancia. Es tan grave lo que podría llegar a suceder, que uno de los autoconvocados, Mario Negri, amenazó con romper el acuerdo de postegación de las PASO con fecha fija. Mientras tanto, el Presidente intenta que se apruebe, antes de este viernes, el otro proyecto de ley que lo habilitaría a imponer restricciones como la negativa a habilitar clases presenciales. Aunque se trata de otro contexto, y estamos en el medio de una pandemia que hace que cualquier pronóstico se transforme en una lotería, los sinuosos movimientos del oficialismo se están empezando a parecer a los de 2009, cuando inventaron el engendro de las candidaturas testimoniales y perdieron contra una UTE política, formada por Mauricio Macri, Francisco de Narvárez y Felipe Solá.
Para aquellas elecciones, Néstor Kirchner y Cristina pusieron toda la carne en el asador y colocaron como postulantes a dirigentes con cartel, pero que no iban a asumir sus bancas. Desde el propio Kirchner hasta Daniel Scioli y el entonces jefe de gabinete, Sergio Massa. Estaban seguros de ganar por mucho. Ahora, la situación previa no parece tan distinta. Con un presidente propio y voluble y el gobernador de la provincia Axel Kicillof y Máximo Kirchner lanzados a disputar la candidatura a presidente de la Nación en 2023, un cisne negro asoma en el camino de la búsqueda del poder permanente: tiene domicilio en la provincia de Buenos Aires, se llama Florencio Randazzo y les podría quitar los votos que le faltan para ganarle a Juntos por el Cambio con cierta comodidad.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia